La pregunta que abre nuestra mente para la comprensión a este aparente misterio es: ¿qué es lo que el ser humano es capaz de hacer contra DIOS que le haga desistir de amarnos? Porque el límite de la maldad contra Dios se explicitó en la cruz, y ni allí JESÚS dejó de amar, incluso aquellos que directamente lo estaban matando. Y también todos los demás, que lo mataron por sus pecados, allí fueron amados hasta el final de la vida de JESÚS. Por lo demás, fueron perdonados por JESUS colgado en la cruz, y se salvarían si al menos se arrepintieron. Su sangre derramada fue hasta la última gota, y no dejó de amarnos. Su respiración fue hasta el último filete de aire, y no dejó de amarnos. Y más, allí en la cruz fue que Él nos perdonó, sin que hubiéramos, como humanidad, pedido ese perdón. Y tiene más aún, Él allí ratificó Su promesa de salvarnos para la vida eterna. Eso es la cruz: allí nos amó estando en la peor de las condiciones, sobre Él impuestas justamente por aquellos que había venido a salvar. ¿Puede alguien demostrar más o mayor amor que éste? Si usted entiende el amor de JESÚS revelado en la cruz, no dejará de amarle, no dejará de amar a todas las personas con quienes se relaciona. Es allí, en la cruz, que el amor reveló su naturaleza eterna.
Escuela Sabática Texas USA Lección 7: “Claves para la unidad familiar” Sabado 18 de mayo de 2019
0 comments… add one