Escuela Sabática Texas USA Lección 5: El extranjero dentro de tus puertas – Sábado 30 de Octubre de 2021

Moisés terminó el capítulo 10 con muchas razones por las que debemos amar a los extraños. En primer lugar, Dios hizo y es dueño de todo y de todos (Salmo 24:1). Por lo tanto, Él ama al extranjero. Así que para ser como Dios, también debemos amar a todos. Además, todos somos extranjeros y deberíamos poder identificarnos fácilmente con ellos. Véase Deuteronomio 10:17-19.

Moisés incluyó en esta exhortación a amar al extranjero algunas formas exactas en que esto debe hacerse. Debemos mostrar imparcialidad y honestidad en todos nuestros tratos. Podemos mostrar justicia proporcionando comida y ropa a los necesitados, procurando que reciban su parte justa de las bendiciones materiales de Dios (Deuteronomio 10:17, 18). Es nuestro deber moral mostrar amor apoyando a los marginados de la sociedad, a los que más sufren el impacto negativo que el pecado ha tenido en nuestro mundo.

Las obligaciones del pacto, y ciertamente nuestro cumplimiento de los mandamientos, deben incluir esfuerzos para ayudar a los menos afortunados que nosotros. No importa el color de su piel, ni su nacionalidad o cultura. Debemos tratar a los extraños con misericordia, tanto en pensamiento como en acción.

La mayoría de la gente conoce la “Regla de Oro”, que establece que debemos tratar a los demás como nos gustaría que nos trataran a nosotros. Sin embargo, casi toda la gente piensa que esta Regla se originó con Jesús.

Aunque sí proviene de Él, ya que Dios y Jesús son el mismo (Juan 10:30), la Regla existía mucho antes de que Jesús viviera en la tierra. Levítico 19:18 dice claramente que “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Afortunadamente, muchas culturas y religiones han adoptado este principio.

La Regla de Oro parece especialmente dura cuando la aplicamos a los extranjeros en nuestra tierra, a cualquiera que parezca diferente de la cultura en la que hemos nacido. Sin embargo, Moisés mencionó enfáticamente que los extranjeros deben ser tratados con justicia e incluso recibir una provisión especial cuando sea necesario. Cualquiera que esté marginado en la sociedad, que sufra privaciones de cualquier tipo, debe ser el destinatario de nuestra compasión y cuidado.

Moisés señaló repetidamente su propia condición de extranjeros, ya que su pueblo había sido mantenido en esclavitud en Egipto durante tantos años. La dramática historia de su huida de la esclavitud es un símbolo, o tipo, de nuestra redención y salvación del pecado.

Al acercarse y establecer una nación para Dios en Canaán, debían recordar lo que era ser extranjero. Siempre que fuera posible, debían permitir que los extranjeros se unieran a ellos en el seguimiento de Dios.

Los derechos humanos eran un tema de preocupación para el pueblo de Dios. Debían tratar a la viuda, a los huérfanos y al extranjero con la misma amabilidad y justicia que querían para ellos mismos. El deseo de Dios era que este trato compasivo fuera un testimonio del verdadero carácter de amor de Dios para las naciones circundantes, y eventualmente para el mundo.

Radio Adventista
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