El hecho de que en el Antiguo Testamento encontremos normas relativas a las deudas nos lleva a pensar que hay ocasiones en las que puede ser necesario pedir prestado en nuestras turbulentas y complicadas vidas. Los estatutos de los siete años establecían los plazos durante los cuales una persona en el antiguo Israel estaba obligada a pagar una deuda. Cada siete años, todas las deudas debidas debían ser perdonadas, los siervos podían quedar libres, e incluso la tierra que cultivaban debía permanecer ociosa durante ese séptimo año. Véase Éxodo 21:2 y Levítico 25:3, 4.
Aunque Dios espera que evitemos las deudas siempre que sea posible, parece razonable suponer que hay ocasiones en las que es necesario pedir prestado. La gran compra de una casa, un coche e incluso una educación son los tipos de préstamos que la mayoría de la gente necesita en el mundo actual.
Dicho esto, es prudente actuar con la máxima cautela cuando se toman estas importantes decisiones financieras. Encontrar una casa o un coche a un precio razonable y con el tipo de interés más bajo y pagar nuestros préstamos lo antes posible son dos estrategias de gestión del dinero que conviene fomentar. Ahorrar para la educación de nuestros hijos, guiarles para que trabajen y ahorren también, y elegir carreras que les permitan convertirse en miembros independientes que contribuyan a la sociedad son también consejos de endeudamiento a tener en cuenta.
Aunque no nos encontremos en aguas financieras turbulentas, la Biblia nos anima a ahorrar para emergencias, a ser lo más productivos y trabajadores posible en nuestros empleos (Proverbios 6:6-8), y a no aprovecharnos de los demás cuando no puedan devolvernos nuestra ayuda (Deuteronomio 15:1, 2).
Los consejos bíblicos que nos bendicen también pueden servir para aconsejar y bendecir a los demás. Compartir lo que hemos aprendido es el objetivo del estudio de la Biblia. Cuanto más sabemos de la misericordia y la justicia de Dios, más deseamos que otros experimenten sus bendiciones y disfruten de libertad financiera, lo que incluye menos preocupaciones y estrés. Nuestro servicio a Dios al hacer esto ayudará a otros a poder servirle más plenamente.