Algunas parábolas explican la actitud de Dios para salvarnos, y nuestro comportamiento. En la parábola de la oveja perdida, la oveja sabía que estaba en esta situación, pero no sabía cómo volver. En la parábola de la dracma perdida, ella no era consciente de la situación y no sabía cómo regresar. Ya en la parábola del hijo pródigo, que se perdió, él sabía que estaba perdido, y sabía cómo regresar. En los tres casos tienen similitudes, esto es, o era alguien detrás o prepara el regreso, pero siempre actuó hacia la reintroducción de los cuales se había perdido.
