Escuela Sabática Texas USA Lección 4: Jesús, nuestro hermano fiel – Sábado 22 de Enero de 2022

Los lectores del libro de Hebreos habían experimentado la vergüenza pública por su fe en Jesús (Hebreos 10:33). Se les hizo sentir avergonzados por creer que Jesús era el Mesías. En cambio, Jesús no se avergonzó de ellos.

La mejor manera de explicar esto es recordando la vida de Moisés, una figura de Cristo. Como hijo adoptivo de la hija del faraón, Moisés estaba en la línea de sucesión para el trono de Egipto, uno de los países más grandes del mundo. Su formación de joven en el palacio del faraón le capacitó para el liderazgo (Hechos 7:22).

Sin duda, Moisés había empezado a hacerse un nombre como nieto adoptivo del faraón y líder del ejército, cuando su decisión de ponerse del lado del pueblo hebreo esclavizado le impidió permanecer en la corte del faraón. En Hebreos 11:24-26 se explica la razón de su abrupto despido y la necesidad de huir al desierto y pasar los siguientes cuarenta años de su vida como pastor. Eligió sufrir aflicciones y penurias con el pueblo de Dios en lugar de heredar todas las riquezas terrenales que Egipto le ofrecía.

Vemos una situación similar con el Hijo de Dios. Jesús dejó todos los tesoros del cielo para venir a la tierra como hombre y sufrir una muerte violenta y vergonzosa por su pueblo. Como pueblo de Dios, nunca debemos sentirnos avergonzados de un hermano tan fiel como nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

Que Dios se hiciera humano, de carne y hueso, era una parte vital del plan de salvación. Sólo con su sacrificio podemos escapar de la pena de muerte que el pecado trajo a nuestro planeta. Hay varias cosas que fueron posibles gracias a que Él se hizo humano:

  • Al igual que Adán en su creación, Jesús no tenía tendencias pecaminosas. Sin embargo, experimentó la feroz tentación del mismo diablo, pero permaneció sin pecado (Hebreos 4:15).
  • En este estado sin pecado, Jesús pudo ser nuestro sacrificio. Era sin mancha, como exigían sus sacrificios de animales, y estaba dispuesto a morir la muerte que nosotros merecemos (Hebreos 7:26, 27).
  • Jesús hizo posible nuestro perdón y nuestra reconciliación con Dios (Hebreos 2:14-17).
  • Nos dio el poder de llegar a ser justos y tener la ley de Dios escrita en nuestros corazones (Hebreos 8:7, 10).
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