Encontramos la palabra “pacto” por primera vez en Génesis 6:18. El mundo se había vuelto muy violento y malvado, pero Dios vio la fidelidad de Noé y decidió compartir con él las promesas de su pacto. A Noé se le ordenó que construyera un arca de seguridad para su familia, y él obedeció fielmente las instrucciones de Dios. El arca los salvó de un terrible diluvio universal que Dios predijo que ocurriría.
Noé predicó durante 120 años sobre el diluvio que se avecinaba, pero sólo ocho personas decidieron entrar en el arca y salvarse. Se necesitaba fe para sobrevivir a tal prueba, pero eso no es diferente en cualquier época. Necesitamos la fe de Noé para poder seguir los mandamientos de Dios y salvarnos de los fuegos que volverán a quemar y destruir esta tierra al final del milenio.
Al principio, encontramos a Dios dando una señal de que mantendría su pacto con nosotros. El arco iris se utilizó para mostrar a Noé que Dios todavía estaba con ellos, después de todo lo que habían pasado. Véase Génesis 9:14, 15.
Dios bendijo a Abram cinco veces desde el principio de su viaje de fe. En Génesis 12:1-3, encontramos estas promesas…
- Dios haría de Abram una gran nación.
- Haría grande su nombre.
- Bendeciría a los que lo bendijeran.
- Maldeciría a los que lo maldijeran.
- Todas las familias de la tierra serían bendecidas.
El repetido “Yo” de Dios en estos versículos muestra la profundidad de la implicación de Dios y su preocupación general por aquellos que deciden seguirle. Más adelante, en los capítulos 15 y 17, se comparten otras expresiones del pacto con Abram.
La prueba de fe de Noé fue construir un arca, y la de Abram fue “salir”. Se le dijo que dejara su tierra natal y se dirigiera a un lugar aún desconocido. Esto también fue un acto de fe, como encontramos en Hebreos 11:8. Dice que “salió sin saber a dónde iba”.
La señal del pacto de Noé había sido el arco iris, y la de Abram fue el nacimiento tan esperado de su hijo Isaac. Ambos mostraron su fe mediante sus acciones obedientes.