Hay ejemplos de cómo la organización en pequeños grupos es beneficiosa tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Moisés fue aconsejado por su suegro, Jethro, para nombrar líderes de miles, cientos, cincuenta y decenas, con el fin de compartir el pesado trabajo que Moisés estaba manejando por sí mismo. Este estilo de gobierno ha demostrado ser beneficioso para muchos tipos de organizaciones a lo largo de la historia.
Jesús, de la misma manera, eligió doce discípulos para ser sus compañeros más cercanos. Incluso entre esos doce, un círculo íntimo de Pedro, Santiago y Juan parecía tener el contacto más cercano con su Señor. A estos discípulos elegidos se les dio un asiento en primera fila para observar cómo Jesús iba ministrando a la gente. Jesús podía mostrarles más fácilmente cómo usar sus dones individuales cuando podían ser testigos e interrogar a Jesús a un nivel más personal e individual.
Jesús entendió cómo hacer que la iglesia creciera y prosperara. La dinámica de los pequeños grupos mejoró su perspectiva espiritual dentro del grupo e incrementó su capacidad para llegar a los que están fuera del grupo.
