Escuela Sabática Texas USA Lección 10: Acuérdate, no olvides – Sábado 4 de Diciembre de 2021

Dios no sólo fue fiel en traer a la familia de Noé a través de ese horrible diluvio mundial, sino que también trajo a los hebreos a través de cientos de años de esclavitud y privación en Egipto a una tierra que les traería años de prosperidad.

En Deuteronomio 4:32-39, Moisés implora a sus oyentes que no olviden todas las señales y maravillas que acompañaron esa experiencia. En medio del fuego, oyeron la voz de Dios. Con asombro y gratitud, era definitivamente un momento para recordar lo que Dios había hecho por su pueblo. En el versículo 37, se dijo que fue debido al amor de Dios por sus padres que fueron liberados y estaban a punto de recibir la Tierra de la Promesa.

Esta mano poderosa que los liberó había estado trabajando para ellos desde que fueron creados (Deuteronomio 4:32). Sí, remontándonos a la creación, vemos la mano de Dios trabajando por los que le aman.

Con los muchos actos de salvación de Dios, Él sólo pide una cosa a sus seguidores (Deuteronomio 4:40). Que guarden sus mandamientos. Y la razón es clara. Es porque son para su propio bien. La vida va mucho mejor, tanto antes como ahora, cuando mantenemos Su santa ley moral.

Es relativamente fácil pensar en el pasado y recordar todas las promesas y milagros de Dios en nuestro favor. Pero, es bastante doloroso a veces recordar nuestra vida pasada de fechorías, o incluso simplemente nuestra negligencia hacia Dios.

En el caso de Israel, era su idolatría lo que no debían olvidar. Si recordaran todas las consecuencias desagradables de su culto pagano, tal vez podrían evitarlas en el futuro. Incluso relatar su vergonzoso pasado a sus hijos y nietos resultaría útil y fue recomendado por Dios. Véase Deuteronomio 4:9, 23.

Cuando Dios les dijo que “tuvieran cuidado” o “se guardaran”, se utiliza un verbo singular, lo que indica que debe ser una empresa individual. Cada persona debe encargarse de conocer su historia y compartirla con las generaciones más jóvenes.

Cuando compartimos fielmente nuestro pasado, nos recuerda las deficiencias que podrían permanecer y obstaculizar nuestro crecimiento espiritual. Nos incentiva a no repetir nuestros errores y nos permite ver cuánto hemos crecido en nuestra relación con Dios.

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