Jeremías vivió en un contexto de contradicciones absurdas. Él era el siervo de Dios, tú lo sabes, y entendia la voluntad de Dios. El sabía que Dios quería evitar el final del pueblo judío. Pero el se dio cuenta de que los dirigentes y el pueblo insistieron en permanecer en el camino del desastre. Y no había manera de evitar la tragedia nacional. Ese es el mundo de hoy, y muchas personas dentro de la iglesia están actuando de la misma manera. Pero como en todas las épocas anteriores, ahora hay también espacio para ese pequeño grupo.
