“El espíritu de esclavitud se engendra al tratar de vivir de acuerdo con la religión legal, al esforzarnos por cumplir las exigencias de la ley con nuestras propias fuerzas. Sólo hay esperanza para nosotros al entrar en el pacto con Abraham, que es el pacto de la gracia por la fe en Cristo Jesús. El evangelio predicado a Abraham, a través del cual él tenía esperanza, era el mismo evangelio que se nos predica hoy, a través del cual tenemos esperanza. Abraham miró a Jesús, quien también es el Autor y el Consumador de nuestra fe”. – Comentarios de Elena de White, The SDA Bible Commentary, vol. 6, p. 1077.
“Durante la esclavitud en Egipto, muchos de los israelitas habían perdido en gran medida el conocimiento de la ley de Dios, y habían mezclado sus preceptos con costumbres y tradiciones paganas. Dios los llevó al Sinaí, y allí con su
propia voz declaró su ley”. – Ellen G. White, Patriarcas y Profetas, p. 334.
Preguntas para el debate: ¿De qué manera la relación del pacto fue diseñada para mantener las libertades físicas y espirituales de Israel? (Véase Lv. 26:3-13; compárese con Dt. 28:1-15).
Lee de nuevo Éxodo 19:5-6. Observa que el Señor hace esta declaración: “Toda la tierra es mía”. ¿Por qué diría eso, particularmente en este contexto, el de buscar establecer un pacto con este pueblo? ¿Cómo encaja aquí nuestra comprensión del sábado y lo que significa?
Entendemos que nuestros pecados son perdonados sólo por la gracia de Dios. ¿Cómo entendemos el papel de la gracia de Dios para permitirnos vivir una vida de fe y obediencia?
El pacto que Dios formó con Israel en el Sinaí fue un pacto de gracia. Habiendo dado abundantes pruebas de su amor y cuidado misericordiosos mediante una extraordinaria liberación de la esclavitud egipcia, Dios invitó a la nación a un pacto con Él que mantendría y promovería sus libertades. Aunque Israel respondió afirmativamente, carecía de una verdadera fe motivada por el amor. Su historia posterior indica que, en su mayor parte, no entendieron la verdadera naturaleza del pacto y lo corrompieron hasta convertirlo en un sistema de salvación por obras. No es necesario que sigamos el fracaso de Israel e ignoremos la maravillosa gracia que se ha extendido a los pecadores.