La desesperación y el desánimo del paralítico se parecen a los nuestros. Nosotros también somos a menudo conscientes de que nuestro estilo de vida insano contribuye a nuestra enfermedad. Cuando ese es el caso, el ajuste de nuestro estilo de vida a menudo puede ayudar a revertir la enfermedad, por lo que no se debe descartar. Sin embargo, no hay garantías de un resultado saludable en este mundo lleno de pecado, incluso para aquellos que son diligentes en la protección de su salud.
El paralítico, que fue bajado por el tejado de una casa por sus amigos, sufría de una culpa extrema que le había sido impuesta, justa o injustamente, por los líderes religiosos de la época. Se le había dicho repetidamente que su condición había sido provocada por su propio comportamiento impío.
Cuando Jesús le anunció que sus pecados habían sido perdonados, una sensación de descanso y sanación llegó inmediatamente al corazón atribulado del hombre. El perdón era el ingrediente clave para su curación general. Sin él, su capacidad de volver a caminar habría sido una solución temporal y parcial. Jesús quería que sintiera la plenitud de la salud que sólo el perdón y el descanso espiritual pueden aportar.
El descanso físico tiene beneficios para el sistema inmunológico, ayudando a nuestra recuperación, pero sólo el alivio mental de conocer el perdón de Dios puede hacernos sentir completos y descansados, por dentro y por fuera.