Después de unos dos meses de viaje (Éxodo 19:1), estaban cerca del monte Sinaí, también llamado monte Horeb (Éxodo 3:1), que fue el lugar donde Moisés se encontró con Dios en la zarza ardiente y recibió su llamado para sacar al pueblo de Dios de Egipto. Con una elevación de 7,497 pies o 2,285 metros, la montaña, Jebel Musa, también fue el lugar donde Elías se encontró con Dios mientras huía de Jezabel (1 Reyes 19:8).
Es comprensible que Jetro visitara a Moisés cuando los israelitas estaban acampados en la parte sur de la península del Sinaí, como aprendimos en el capítulo 18 de Éxodo. Era el área donde Moisés había estado pastoreando con la familia de Jetro.
Encontrarse con Dios en el Monte Sinaí nuevamente fue importante para Moisés. Dios había declarado que reunirse con Él y con los hebreos liberados sería una señal de que era Dios quien los guiaba (Éxodo 3:12). Entonces, Moisés esperaba ver a su Benefactor nuevamente en lo que llegó a conocerse como la montaña de Dios.
Permanecieron acampados allí durante un año (Números 10:11-12), aprendiendo todo lo que pudieron sobre cómo dedicarse a Dios, para poder convertirse en una nación santa, un reino de sacerdotes. Necesitarían aprender todo lo que pudieran acerca de Dios para reflejar Su carácter a las tribus paganas que más tarde encontrarían en Canaán y sus alrededores.
