Asc. Metropolitana MX Lección 6: Acumulen tesoros en el Cielo – Sábado 11 de Enero de 2023

Al igual que la violencia fue un problema predominante en la generación de Noé, con el paso del tiempo la idolatría y las religiones paganas estuvieron peligrosamente a punto de acabar con todo lo bueno. La situación llegó a ser tan grave que Dios pidió de nuevo a un hombre generoso y valiente llamado Abram que tomara medidas drásticas para salvar un linaje justo para el futuro Mesías.

Se le dijo a Abram que empacara sus cosas y dejara el lugar que siempre había llamado hogar. Debía ir a un lugar desconocido, vagando como nómada en condiciones primitivas, una orden que habría parecido insensata a la mayoría de los familiares y amigos de Abram.

Pero Abram fue fiel y obedeció la llamada de Dios, a pesar de que Sara fue estéril durante muchos años. Con Dios como guía, invirtió en Su misión almacenando su tesoro en el cielo y convirtiéndose finalmente en el padre de los fieles.

Tanto Abram como su sobrino Lot tenían muchas posesiones (Génesis 13:2, 5). Llegó un momento en que no había suficiente tierra para que sus rebaños y manadas vivieran en paz, así que Abram sabiamente sugirió que se separaran, dándole a Lot la opción de elegir primero a dónde quería ir. Esta fue la primera mala decisión de Lot, que eligió la fértil llanura del Jordán en lugar de dejar que su tío Abram, su padre, decidiera.

Más tarde, cuando Lot fue secuestrado por ejércitos paganos que habían invadido Sodoma y Gomorra, Abram reunió un ejército y rescató a Lot. Desgraciadamente, una vez más, después de su liberación, Lot eligió vivir con su familia en Sodoma, donde habían encontrado un modo de vida tan placentero y conveniente.

A pesar de estas decisiones imprudentes, incluso egoístas, Lot fue considerado justo y rescatado de nuevo por los ángeles, cuando Sodoma y Gomorra fueron destruidas por el fuego. Sin embargo, Lot pagó muy caro por sus acciones, ya que la mayor parte de su familia se perdió con el resto de los injustos de esas ciudades malvadas. Véase 2 Pedro 2:6-8.

Podemos aprender mucho de la vida de Jacob, que no empezó siendo un buen administrador de Dios. Su elección de escuchar el retorcido plan de su madre sobre cómo obtener la primogenitura de su hermano Esaú no funcionó muy bien. Tuvo que huir de su casa y de su familia para escapar de la ira de su hermano.

Veinte años más tarde, al volver a casa, se encontró luchando con un Ser poderoso, que resultó ser Dios mismo. Fue bendecido por su noche de sufrimiento y recibió el nombre de Israel, que significa “el que vence a Dios”.

Había salido de casa sin nada, salvo una mala reputación por ser un embustero. Pero al confiar en las promesas de Dios y seguir un mejor curso de acción, se convirtió en un honorable príncipe de los hombres, capaz de llevar a cabo la misión de Dios y proporcionar un linaje para el futuro Mesías.

Radio Adventista
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