Supongamos que coges comida y te pones en la calle en una gran ciudad y anuncias a los hambrientos y sin techo del lugar “¡Tú, que no tienes dinero, ven, compra y come!” Pero, ¿cómo van a comprar si no tienen dinero?
Sin embargo, si se añaden las palabras, como hizo Isaías “sin dinero y sin precio” (Isaías 55:1, NRSV), el punto se vuelve más claro. Isaías apela a la gente para que acepte el perdón (Isa. 55: 7) libremente. Sin embargo, la palabra comprar enfatiza que lo que Dios ofrece a la gente para satisfacer sus necesidades y deseos es valioso; por lo tanto, recibirlo requiere una transacción (transferencia de algo de valor). Dios ofrece gratuitamente el perdón en el marco de una relación de alianza restaurada con su pueblo, pero no porque sea gratuito para Él: Lo compró al precio terrible y sangriento de su propio Siervo. Aunque gratuito, tuvo un coste asombroso para Él mismo.
¿Cuál fue el precio de nuestra salvación? Véase 1 Pedro 1:18, 19.
¿Cómo se compara el enfoque de Isaías sobre la salvación con el del Nuevo Testamento? Efesios 2:8, 9.
Isaías resume el evangelio en el Antiguo Testamento, y es lo mismo que el evangelio en el Nuevo Testamento. No hubo una salvación del “antiguo pacto” por obras, que fuera sustituida por la salvación del “nuevo pacto” por la gracia. Desde la promesa de Dios de un Libertador a Adán y Eva (Gn. 3:15), sólo ha habido un camino de salvación: por la gracia a través de la fe (Ef. 2:8); “el don gratuito de Dios es la vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor” (Rom. 6:23). Desde el antiguo Gilgamesh, que realizó hazañas heroicas en una vana búsqueda de la vida eterna, hasta los actores modernos que creen en la reencarnación, la gente ha intentado todas las rutas diferentes para la salvación, pero todas son infructuosas. Por eso necesitan conocer a Jesús y lo que Él ha realizado por ellos en la Cruz.
La salvación es gratuita en el sentido de que no hay nada que podamos hacer para ganarla. Nuestras obras nunca podrán ser lo suficientemente buenas para salvarnos. Sin embargo, al mismo tiempo, puede costarnos todo. ¿Qué significa esto? Véase, por ejemplo, Mateo 10:39, Lucas 9:23, 14:26, Fil. 3:8.
