Notamos en Hebreos 3 y 4 que el descanso del que habla se llama “Su descanso” o “Mi descanso”. Pertenece a Dios. Él fue quien primero descansó después de la semana de la Creación. Lo bendijo pronunciando: “Es bueno”. El sábado es definitivamente un monumento y una celebración del poder creativo de Dios.
Pero otro hito en nuestra existencia ocurrió en el siguiente paso del plan de Dios para la humanidad. Tras la muerte de su Hijo en la cruz, Dios se detuvo lo suficiente para pronunciar: “Consumado es”. Esto también indicaba que Dios había logrado una vez más algo que debíamos celebrar.
Por eso Moisés mencionó dos razones para guardar el sábado. Primero en Éxodo 20, y luego en Deuteronomio 5. El sábado representaba el poder de Dios para crear y su poder para salvar. Él los había salvado poderosamente de la esclavitud egipcia, un anticipo de cómo serían salvados de la esclavitud de Satanás en la cruz.
Aunque se ha descubierto que un día de descanso semanal beneficia a la humanidad, aumentando nuestra productividad durante el resto de la semana, el séptimo día sigue perteneciendo a Dios. Sólo cuando lo incluyamos en nuestro descanso podremos cosechar todos los beneficios del día santo de Dios, el séptimo y único día de la semana que Él ha bendecido.
