Aqui entre Nos. Lección 4 – Jesús, nuestro hermano fiel – Un Programa pensado en los Maestros de E.S.

¿Por qué nuestro Salvador sin pecado tuvo que sufrir un tormento tan insoportable mientras estaba en esta tierra? No merecía el trato que le dio su familia adoptiva, y mucho menos la ejecución final que le exigieron en la cruz.

  • La mejor manera de justificar los sufrimientos de Cristo es verlos como parte del plan de Dios para salvarnos. En un sentido legal, la muerte, con toda su dolorosa tortura y pena, fue requerida para pagar la pena del pecado.
  • Además, la forma elegante y humilde en que Cristo soportó su sufrimiento nos dio un ejemplo de cómo perseverar en nuestras propias pruebas y dificultades.
  • Y, finalmente, el sufrimiento de Cristo le permitió experimentar de primera mano los efectos del pecado, sin haber pecado él mismo, para mediar por nosotros como nuestro Sumo Sacerdote en el cielo.

Es más fácil para nosotros empatizar con alguien cuando hemos pasado por experiencias similares. Todo lo que Jesús soportó en la tierra ciertamente lo calificó para ser la fuente de consuelo y empatía que necesitamos, sin importar lo que hayamos sido llamados a sufrir.

Al igual que nuestras propias pruebas a menudo nos fortalecen y perfeccionan nuestro carácter, Jesús fue perfeccionado por todo lo que soportó. El huerto de Getsemaní nos mostró la lucha que supuso para Jesús, en su humanidad, aceptar su destino en la cruz (Mateo 26:42). Pero su naturaleza divina se impuso y, sorprendentemente, se convirtió en el único sacrificio que necesitamos para asegurar nuestra salvación.

Tan importante como la muerte de Jesús fue su vida. Nos mostró cómo vivir la vida de fe haciéndolo perfectamente, dejándonos un modelo que nadie puede duplicar a lo largo de su vida. Lo hizo simplemente poniendo su confianza en su Padre celestial.

Isaías descubrió que esta confianza era posible tras una temida invasión de Israel, cuando los temerosos corazones del pueblo “se conmovieron como se conmueven los árboles del bosque con el viento” (Isaías 7:1, 2). En Isaías 8:17, 18 dijo que esperaría en el Señor y esperaría en Él. Precisamente lo que Jesús hizo continuamente mientras estuvo en la tierra.

Hebreos 12:1-4 llama a Jesús “el autor y consumador de nuestra fe”. Él es la fuente y el perfeccionador de nuestra fe. Comienza con Él y termina con Él. Él pule nuestra fe y nos hace brillar en Su gloria al considerar Su vida y cómo soportó la hostilidad de los pecadores.

No hay razón para cansarse y desanimarse cuando recordamos con qué fuerzas malignas tuvo que luchar Jesús. Fue un Hermano al que siempre podemos admirar como modelo para nuestras vidas.

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