La superación de la inquietud comienza siempre con Jesús. Él es el camino, la verdad y la vida. Él conoce la dirección correcta cuando vagamos sin rumbo en el desierto de nuestro mundo saturado de medios de comunicación; como legislador divino, Él mismo es la verdad personificada, y su Espíritu nos guiará a toda la verdad (Juan 16:13). Cuando estamos heridos, cansados, agotados, enfermos y desanimados, Él es la vida, y no cualquier vida. De hecho, Él nos ha prometido vida en abundancia (Juan 10:10). Esto incluye nuestro hogar eterno y la vida eterna, pero también implica una calidad de vida diferente aquí. El Creador seguramente es capaz de dar en abundancia y sin medida, incluso ahora.
“No se turbe vuestro corazón” es una invitación a vivir con anticipación. Cuando nos sentimos bajos, Él es capaz de ponernos en una llanura más alta. Cuando luchamos con las tinieblas y el pecado, Él es quien no sólo comenzó sino que también terminará su buena obra en nosotros (Fil. 1:6).
No importa lo mal que se pongan las cosas aquí (y sí, pueden ponerse mal) mira la promesa que se nos ha dado en Jesús. Él está preparando un “lugar” para nosotros, un lugar donde nuestro dolor, inquietud y sufrimiento serán desterrados para siempre. Esa es la esperanza que se nos ha dado en Cristo Jesús, y se nos ofrece a todos, sin importar quiénes seamos, sin importar nuestros antecedentes, sin importar cuán sórdidas hayan sido nuestras vidas o lo sean ahora.
La clave, sin embargo, es que nos acerquemos a Dios de todos modos en nuestra debilidad, en nuestro dolor, en nuestro quebranto y en nuestro estado caído en general, sabiendo que Él nos acepta a pesar de estas cosas. En eso consiste la gracia, y por eso debemos creer que se nos ha dado si la buscamos con fe.
