Aqui entre Nos. Lección 12 – Morir como una semilla – Un Programa pensado en los Maestros de E.S.

El gran error de Eva en el Jardín del Edén comenzó al permitir que sus propios pensamientos y sentimientos gobernaran sus acciones. Confió más en su propio juicio que en el de Dios. Cuántas veces hacemos lo mismo al confiar en nosotros mismos para solucionar nuestros problemas.

Vimos esta tendencia con Saúl apenas dos años después de que se convirtiera en rey. Dios le dio la orden de esperar al profeta Samuel, pero Saúl, presionado por sus enemigos, vio la situación y se convenció de ofrecer un sacrificio antes de que Samuel llegara. Esta insensata decisión sería la perdición del reinado de Saúl. Dios se vio obligado a elegir a otro rey que estuviera más dispuesto a escuchar y obedecer sus indicaciones. Véase 1 Samuel 13:1-14.

Cuando confiamos en nuestros propios pensamientos y sentimientos, es probable que actuemos de la misma manera que Eva y Saúl, y todos aquellos que tontamente confían en el yo en lugar de en los claros mandatos de Dios.

En una visión, Dios le recordó al profeta Zacarías que no había sustituto para su Espíritu. La fuerza de Israel no vendría de sus poderosos ejércitos o de sus poderosos líderes, sino del Espíritu del Señor (Zacarías 4:6).

Como humanos, tendemos a buscar nuestros propios recursos cuando nos encontramos en una situación difícil e incómoda. Cuando nos sentimos deprimidos, por ejemplo, recurrimos a la comida, a las compras o a cualquier actividad u objeto que nos produzca alegría. Cuando nos sentimos pequeños e inadecuados, buscamos la fama o empezamos a intimidar a los demás para sentirnos más importantes. Cuando ya no sentimos amor en nuestra vida matrimonial, buscamos otra pareja que nos haga sentir amados.

En cada una de estas circunstancias, debemos mirar primero a Dios. Sólo Él puede proporcionar soluciones reales a nuestros pensamientos y sentimientos desagradables. Cuando el estrés nos abruma, es especialmente importante rezar primero y no sustituir a Dios por ninguna otra cosa. Nada en este mundo puede arreglar nuestros problemas. Necesitamos Su ayuda en cada paso del camino de vuelta a la felicidad. No hay sustituto para tener Su Espíritu en nuestras vidas.

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