Sikberto R. Marks – Lección 7 – Jesús y los “Desechados” Sociales

Lección 7 – Jesús y los “Desechados” Sociales

 

Introducción al sábado de tarde

La lección cuenta una historia real, dramática, de una adolescente que tuvo dos hijos desde los 15 años, que fue abandonada por el padre de los niños, y que asesinó a una asistente social, motivo por el cual estaba en prisión. Sin padre, sin madre y sin marido; sola en el mundo. Teniendo que luchar para sobrevivir, con la casa cayéndole encima y ahora contra la ley, ¡qué situación! Es aterrador como los hombres pueden “hacer” hijos  y después abandonarlos y abandonar también a la madre.

Supe de otra historia parecida a esta, del abandono de un adolescente de 15 años. La familia original era una pareja con su hijo. La madre falleció, y tiempo después el padre se casó otra vez. La madrastra no quería al niño, y presionaba al padre para que lo echara de la casa. Un día decidieron mudarse a otra ciudad. Llegó el camión de la mudanza y todos ayudaron a cargar las cosas, incluso el hijo. Había una atmósfera de felicidad por la nueva vida. Tal vez en la nueva casa la madrastra cambiaría de conducta. Pero al momento de la salida, el padre le dice al hijo. “tú no irás, tú te quedas”. El hijo argumentó: “¿Y cómo viviré?”. La respuesta fue “Ya tienes edad, arréglatelas solo”. Y se fueron dejándolo solo.

No hubo otra opción, el hijo terminó entre las drogas y el crimen. Pensándolo fríamente, fueron los delincuentes y traficantes quienes lo adoptaron. Por lo menos ellos…Y así pasaron los días hasta que terminó preso en la cárcel. Podríamos decir: un malo menos en esta sociedad. Pero eso se diría sin conocer la historia de este muchacho. No hay justificación para enredarse en el crimen, pero este camino le fue abierto por el padre. La sociedad no lo acogió, y él encontró condiciones para vivir entre malos elementos. Por increíble que parezca, los malos lo auxiliaron.

La historia del muchacho cambió de rumbo. Fue hallado por alguien piadoso que hacía trabajo misionero en el presidio. Él se convirtió y hoy, adventista del séptimo día, trabaja para Dios. Tuvo la oportunidad de reencontrarse con su padre y lo perdonó. Suerte para este padre que su hijo no lo encontró en sus tiempos de delincuente. Hoy este muchacho es una persona que la sociedad necesita, pues se dedica a salvar personas para el reino de Dios. Fue transformado.

En esta semana estudiaremos sobre historias de la Biblia relacionadas con personas excluidas de la sociedad. ¿No será que también deben ser alcanzadas para Dios? También agregaremos historias contemporáneas de gente excluida y sus dramas personales. Que Dios nos ayude a entender esta situación y tener una postura más coherente con la realidad. Y que cada uno de nosotros haga su parte de acuerdo con su don.

 

Domingo: Los que viven abajo

¿Quiénes son, actualmente, los excluidos de la sociedad, los inferiores, los mal vistos, los detestados, los separados? “Lo marginal de la sociedad son las personas que están fuera de la convivencia social, son los discriminados, los excluidos. Es la madre soltera, que lleva en su vientre la marca de una lágrima, de la incomprensión y de la falta de solidaridad. Es el niño o niña que no tiene una casa, que no tiene derecho a un padre o a una madre. Excluido es aquel (o aquella) que ya ha vivido muchas experiencias que la familia no quiere compartir y un asilo cualquiera se convirtió en su hogar. Excluido es el que parece ser diferente, como por ejemplo un deficiente que a menudo no tiene la oportunidad de trabajar, de ser parte de un grupo sólo por puro prejuicio. Excluido es el hombre de color que en general tiene los puestos de trabajo más inferiores, es minoría en las universidades, es mayoría en los tugurios y suburbios, y es víctima así de prejuicios. Excluidos son los alcohólicos , los drogadictos , los sin tierra, los sin techo , los desocupados, sin escuela, sin universidad , sin memoria, sin salud, sin dinero, sin dirección , sin familia, sin amigos , sin amor, sin respeto, sin derecho, sin dignidad, sin  . . . Excluidos son aquellos que están aislados, en las cárceles, asilos, albergues … o los tirados en la calle, como una simple basura que molesta mirar y que a veces dejamos pasar con tan solo un pensamiento de ‘no deberían existir mendigos ni gente viviendo así’…” (http://saomiguelpaulista.blogspot.com.br/2008/07/catlogo-quem-so-os-excluidos-da.html).

Los excluidos y los marginados de la sociedad, sienten muchas veces la falta de ayuda, de consejo, de dirección. ¡Cuánta gente honesta, fiel a principios, de buen trato y capaces de aprender no tienen ninguna oportunidad en la vida y por lo tanto, nunca salen de su triste situación! Nadie les extiende la mano, nadie les muestra el camino de victoria. Nadie les enseña los secretos de cómo vencer en la vida. Es como se dice: nadie les enseña a pescar, sólo alguna vez les da un pez.

Sucedió en Rio de Janeiro o San Pablo (ese detalle no lo recuerdo). Un hombre de mediana edad asaltó una librería donde se encontraba una mujer, dueña del pequeño negocio. Él estaba armado con un revólver.  A pesar de eso, la mujer, cristiana fiel y temerosa de Dios, le dijo: “Jesús te ama, y yo también te amo”. El hombre se detuvo, pensó unos instantes y comenzó a llorar dramáticamente. Cuando se recuperó, ya no quería asaltar a la mujer. Le dijo que nunca en su vida, ni siquiera en su niñez, alguien le había dicho que lo amaba. Él se derritió delante de aquellas palabras. Y se fue de allí. No sabemos qué fue de su vida después de aquel incidente, pero parece ser cierto que si una persona así recibiese una oportunidad de cambiar de actitud, la aprovecharía. ¡Cuántas personas en el mundo jamás tuvieron siquiera un momento de atención sincera! El mundo es muy duro y cruel con la gente, y gran parte no está preparada para los desafíos, y caen en la marginalidad, sin que la sociedad les extienda una mano. Es entonces cuando, generalmente, ingresan en el crimen, rebeldes contra esa sociedad. ¡Cuántos padres y madres no tienen la mínima preparación para vivir en pareja y para educar a sus hijos!

En el tiempo de Jesús había dos clases de personas despreciadas, y hasta odiadas. Los publicanos y los pecadores. Los publicanos eran judíos encargados por el Imperio Romano para recaudar impuestos. Muchos de ellos, como Zaqueo, cobraban de más, y se quedaban con parte del dinero, enriqueciéndose, y siendo así odiados por todos.

Los pecadores eran una clase de personas que, siguiendo los criterios de la época, pecaban en gran escala. Realmente eran todos pecadores, pero los judíos de aquel tiempo categorizaban a algunos con ese título porque veían en ellos gente de la peor especie. Así pasaba, por ejemplo, con las prostitutas, los enfermos incurables, etc. Eran personas despreciables y abominables. No debía uno andar con ellas, ni hablar con ellas, y mucho menos entrar a sus casas. Y Jesús andaba con estas personas, y hasta entraba en sus casas y comía con ellas. El dijo que había venido para llamar a pecadores, no a justos. Y así fue en el caso de Zaqueo. Este se arrepintió, prometió devolver tres veces más lo que había robado en impuestos, y se volvió un seguidor de Jesús. Para él fue tener sólo una oportunidad para cambiar de vida, y eso fue lo que Jesús le ofreció. Y observen que Jesús ni siquiera le pidió al publicano cambiar de vida, sólo le dijo que quería comer en su casa.

Muchas veces los excluidos sólo necesitan de una oportunidad en la vida. Muchos de ellos caminan a un paso del arrepentimiento, del cambio de vida, y necesitan apenas de un pequeño incentivo hecho con cariño. Era esto lo que Jesús hacía, ¡y a cuántos así sacó de la muerte para vida eterna!

 

Lunes: “En el acto mismo”

“Vete y no peques más”, le dijo Jesús a la prostituta, o mejor, desde ese día, a la ex-prostituta. Ella fue sorprendida en flagrante delito, ya nos referimos a este caso. Si fue así, es obvio que la sorprendieron con un hombre, pero sólo la trajeron a ella: ¡esto es discriminación! Al hombre que estaba con ella le dejaron ir. Eso es discriminación. En realidad ellos (los escribas y fariseos) querían armarle una trampa a Jesús. Si él la dejaba ir, estaría infringiendo las leyes mosaicas y tendría graves problemas con los líderes judíos. Sería puesto en prisión y quizás juzgado y condenado. Al menos eso era lo que ellos querían. Si Jesús ordenaba el apedreamiento de la mujer, se estaría colocando por sobre el poder romano, y tendría problemas con el gran imperio. Es decir, el Maestro, en este caso, y según ellos imaginaban, no tenía alternativa. Ellos se creían expertos, y tenían la seguridad de que la trampa funcionaría.

Jesús se puso entonces a escribir en la arena del suelo. Allí declaraba los pecados de cada uno de ellos, pues eran pecadores condenando a una pecadora. Ellos por cierto no leían esto, e insistían en que Jesús responda a su cuestionamiento. Había allí mucha gente en la expectativa de lo que sucedería. Pero cuál no fue su sorpresa cuando Jesús mandó apedrearla, y que aquel que estuviese sin pecado tirase la primera piedra. Así Jesús llamó la atención de ellos hacia sus pecados, los que escribía en el suelo. Se inclinó y continuó entonces escribiendo esos pecados. Fue entonces que leyeron, y a partir del más viejo, cada uno se fue de allí, pues la situación se estaba poniendo embarazosa.

Saliendo todos los acusadores, Jesús se levantó y preguntó a la mujer: “¿Dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?” Ella respondió: “Ninguno, Señor”. Dijo Jesús: “Tampoco yo te condeno, vete y no peques más”.

El adulterio, como “acto de relacionarse con un tercero durante el matrimonio”, es considerado como una grave violación a los deberes conyugales por casi todas las civilizaciones en casi toda la historia; incluso en algunas sociedades se castigaba severamente al cónyuge adúltero y/o a la persona con quien se practicaba el acto, a veces con la muerte. Históricamente, la práctica del adulterio era más grave cuando era hecho por la mujer. Hoy en día, aunque tal distinción no existe en las leyes de los países occidentales, o aunque haya perdido su eficacia sociológica, en la práctica cotidiana esta conducta tiende a ser vista de manera diferenciada, dependiendo de quién realiza el adulterio.

Jesús conocía lo que pasaba en la mente de aquella mujer. Ciertamente que ella quería salir de esa vida. Tiempo atrás vi un reportaje en televisión en donde entrevistaban a prostitutas de la periferia de Sao Paulo, y 80% de ellas querían abandonar su actividad. Para estas faltaba un Jesús que les dijera: “vete y no peques más”. Muchas mujeres sobreviven de esta manera, y no tienen otra fuente de subsistencia. Si la tuviesen, dejarían la prostitución. Muchas de ellas querrían constituir una familia normal y tener hijos. Querrían ser felices, y tener el futuro garantizado.

Nosotros, adventistas del séptimo día, debemos estar preparados y tener un consejo y una palabra para orientar a esta clase de personas. No debemos ser los que traen a tales mujeres para ser condenadas, sino para que dejen su pecado y encuentren el camino de felicidad y perdón. No es fácil para una prostituta cambiar de vida, así como no es fácil orientar a dichas personas para una vida mejor. Pero es posible y tiene que ser hecho.

 

Martes: El más bajo de los bajos

Las personas sin expresión social no tienen valor para los hombres y mujeres bien posicionados. Son relegados a un segundo plano. Ganan poco, apenas lo suficiente para comer y vestir, no logran ahorrar y son tratados como criminales por los servicios de salud pública. Pero Jesús trató a esta clase de personas de manera diferente. ¿Y qué es lo que hoy tenemos que reconocer debido a ese recolector de basura que devolvió el dinero encontrado en la calle? ¿Lo recuerda? Se hizo famoso al aparecer en televisión, y conseguir un trabajo. Vea un extracto de la entrevista: “Una pareja que vive en la calles se sorprendió al encontrar una bolsa llena de dinero oculta detrás de una parada de autobús en la autopista Radial Leste, São Paulo, Brasil. En la bolsa, habían varios billetes de R$100, R$50, R$20, R$10 y monedas que sumaban más de R$20 mil. Ellos pensaron que era mejor devolver el dinero” (http://noticias.r7.com/sao-paulo/noticias/minha-mae-vai-ficar-com-orgulho-diz-catador-que-devolveu-r-20-000-20120709.html).

Entonces, ¿personas así no merecen oír de la verdad eterna de salvación para sus vidas? Esta pareja es gente honesta, aunque hay muchos que no lo son; sin embargo, pueden ser transformados. Jesús no desprecia a nadie. Hay gente de principios nobles entre las personas que sobreviven buscando en la basura, o entre las que están incluso más debajo de esa condición.

En el tiempo de Jesús, había un endemoniado en la tierra de los gadarenos. Jesús lo curó. Estaba poseído por gran cantidad de demonios que ocupaban su pobre cuerpo. Vivía entre los sepulcros, y la gente le temía y evitaban su contacto. Pero Jesús lo encontró, y él fue salvo, al expulsar Jesús los demonios y entrar estos en una manada de cerdos. Un hombre a quien tal vez la sociedad juzgó imposible transformar fue curado por Jesús en un instante, y lo transformó en una persona normal.

Años atrás un grupo de tres personas (incluyéndome) fue de Ijuí a Cruz Alta (ambas son ciudades de RS, Brasil) para orar por un endemoniado. Lo encontramos acostado en el suelo, quieto, pero en poco tiempo el demonio se manifestó hablando con ira y con una horrible voz. Salió de él y volvió a entrar, diciendo que no era un demonio cualquiera; dijo “soy yo”. Oramos y cantamos por horas, hasta que el demonio salió por última vez, tirando al muchacho hacia atrás con mucha fuerza. Fue una experiencia que no me gustaría repetir. Tuvieron que llevar a esa persona al hospital, de tan delgada que quedó. El enemigo está con mucha ira, y atacará a muchos cuando suceda el Alto Clamor. Tenemos que estar preparados para liberar a esas personas.

En Ijuí, donde vivo, un andrajoso vivía debajo del toldo de un gimnasio; él y sus dos cachorros. Vivía de limosnas y donaciones. Ya era anciano, y creo que actualmente ya falleció.  Pero vimos cómo él trataba a esos dos cachorros a la hora de comer. Lo poco que tenía, en una bolsa de plástico, lo compartía con sus animales. Primero les dio a ellos, y después comió él. Y a donde él iba los fieles cachorros estaban a su lado.

Es de admirar cómo estos “pobres”, los marginados de la sociedad, tienen muchas veces principios de vida, y los siguen con fidelidad. Muchas de estas personas despreciadas, que tienen emociones como todos, tienen excelentes lecciones que enseñar a los que se creen normales. Son personas que tienen sentimientos, sufren, son capaces de sentir alegría aunque solo sea en contadas ocasiones, sienten nostalgia, tienen sueños, les gustaría tener una casa y otros bienes, aunque viven en condiciones ínfimas. ¿Cómo alcanzar a tales personas y atraerlas a la iglesia? Sinceramente no sé la respuesta. ¡Cuán lejos estamos del ideal!

 

Miércoles: La mujer junto al pozo

Esta es una historia interesante. Los judíos y los samaritanos se odiaban mutuamente. Jesús, un judío, estaba en el pozo de Jacob, en Samaria, cuando vino una mujer a buscar agua. Sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar víveres, lo que tampoco era recomendable – comprar algo de samaritanos, tener contacto con ellos. Eran los prejuicios de la época, y cada época tiene los suyos.

Jesús abrió la conversación con la samaritana. Le pidió agua. Ella, sorprendida, preguntó cómo es que él le pedía eso, siendo ella una samaritana. En la conversación, Jesús le reveló que él tenía agua viva para beber, y quien bebiese de esa agua nunca más volvería a tener sed. A la mujer, un tanto ingenua, esto le gustó; imaginaba que no tendría más sed y que no necesitaría realizar, todos los días y varias veces al día, el trabajo de cargar agua sobre sus hombros.

En este momento, Jesús le pidió que llamase a su marido, pero ella no tenía marido. Fue aquí donde Jesús la impresionó, diciéndole que ella ya había tenido cinco maridos, y el actual hombre con quien vivía no era su marido. La mujer quedó impresionada por esos detalles que Jesús sabía de su vida, y entonces concluyó que él era un profeta.Después de hablar sobre la verdadera adoración, ella le dijo que Cristo estaba por venir, y que él anunciaría todas las cosas. Fue entonces que Jesús le reveló todo a ella, diciendo que él mismo era el Cristo, el Mesías que estaba por venir, o sea, que ya había venido. Y la mujer fue a la ciudad a invitar a todos para ver a un hombre, a un profeta que podría ser Cristo, pues conocía su vida íntima, y demostraba ser profeta. En virtud del testimonio de la mujer, fueron a ver a Jesús, y muchos samaritanos creyeron en él. Creyeron por lo que la mujer habló y también por lo que ellos mismos oyeron de él, y creyeron que él era el Salvador del mundo.

Miren cuán grande puede ser el poder de un testimonio. La gente de la ciudad aceptó la invitación de la mujer y fue a ver, es verdad, por curiosidad. Al llegar, Jesús les habló y un cierto número se entregó para ser salvo.

A menudo, el trabajo esencial es hecho por gente humilde y aún con poco esfuerzo. Esta mujer sólo invitó y testificó. Muchas veces, un apretón de manos, una sonrisa, un acto de cortesía, una invitación, un folleto, una pequeña cosa que uno haga puede salvar a una persona. Conozco a una pareja que fue cautivada por la iglesia debido a una recepcionista que en la puerta de la iglesia fue amable con ellos. Cada uno logra estrellas para su corona con un método propio, por el poder de ese don. Hagamos todo con el poder del Espíritu Santo que nos guía, y muchas maravillas sucederán, incluso si es limitado y poco lo que hacemos.

 

Jueves: Publicanos y pecadores

Hay clases de personas que son simplemente rechazadas por la sociedad. Los motivos para este rechazo son deleznables o falsos. En Ijuí, tiempo atrás, conocí a dos personas rechazadas. Una de ellas era un hombre al que apodaron de “deja que yo lo pateo”, por causa de la manera en que caminaba; esta era causa de escarnio por los adolescentes, que lo molestaban por donde iba. Otro de esos rechazados era el “chiba”, su apodo. Vendía billetes de lotería y tenía poca inteligencia. Los adolescente no lo dejaban en paz, y a él le gustaba tirarles piedras, cuando encontraba alguno. Una vez una de las piedras rompió la ventana de un dentista, y casi impactó en alguien que estaba dentro. En nuestros tiempos, una clase de rechazados son los de menor inteligencia, que parecen un tanto raros. Hasta siendo alumnos de una escuela son motivo de burla. ¿Qué sociedad es esta que se divierte con los diferentes? Parece que estamos en el Coliseo Romano para divertirnos con sadismo, viendo a las fieras devorando cristianos.

En el tiempo de Jesús, dos clases eran motivos de discriminación: los publicanos y los pecadores. Publicano es el nombre dado a los recolectores de impuestos en las provincias del Imperio Romano. Había dos especies de publicanos:

1-Los publicanos generales, que eran responsables por la renta del Imperio delante del emperador romano;

2-Los publicanos delegados por los primeros en cada provincia.

Los que eran considerados, por sus rapiñas y extorsiones, como ladrones y delincuentes, eran las clases más bajas de los publicanos, y los publicanos generales los nombraban entre los propios de la nación a ser tributada. Así, eran odiados entre los judíos, ya que era un judío quien cobraba impuestos para la nación dominante. Una virtud tenían: no eran hipócritas, como algunos fariseos que se autodenominaban vigilantes de la Ley Mosaica y no admitían que se sentase uno a la mesa a comer con un publicano.

Los judíos detestaban a los publicanos porque muchos robaban cobrando demás, embolsándose el dinero, y también porque eran agentes ‘vendidos’ a un imperio explotador y opresor, es decir, trabajaban para el enemigo y se aprovechaban de ello. Por este motivo no eran tolerados, y su vida por cierto no era fácil, pues vivían en una sociedad que no quería hablar con ellos. Imagine cómo habrá sido su comunión religiosa. Entendamos entonces la angustia de Zaqueo, queriendo ser perdonado y tener un encuentro con Jesús.

Los pecadores, ya hablamos algo sobre ellos, eran personas discriminadas porque eran vistas como rechazadas por Dios (lo que no era verdad). Eran vistos así porque sufrían castigos de Dios, o porque hacían cosas fuertemente condenadas por los líderes judíos. Era el caso de los leprosos y las prostitutas. La sociedad de esa época los rechazaba de un modo tal que no tenían la menor oportunidad de redimirse. Una vez clasificado como pecador, no tenían ninguna chance para salir de ese concepto. ¡Cuán felices quedaron entonces cuando Jesús los aceptó y los reconcilió con la sociedad y con la adoración! Muchos de los publicanos y de los pecadores querían una oportunidad, pero la puerta estaba cerrada, y Jesús la abrió.

¿Quiénes son las personas rechazadas en nuestros días por la sociedad? Muchas. Los pobres, los miserables aún más, los indígenas, los negros pobres más que los pobres blancos, las prostitutas, los gays, los que alteran su cuerpo con artificios, los traficantes, los delincuentes, los quebrados, los drogadictos, y muchos tipos más. La sociedad actual los abomina, y cierra las puertas para su redención. Y nosotros, la iglesia adventista del séptimo día, ¿qué podemos hacer para salvar a estas personas? Difícil tarea, pero no imposible.

 

Resumen y Aplicación – Viernes, día de preparación para el santo sábado:

a) Síntesis de los principales puntos de la lección

·     ¿Cuál es el asunto principal?

La lección de esta semana aborda la cuestión de las personas que cayeron en la desgracia de no ser aceptadas por la sociedad. En los tiempos de Jesús algunos de estos eran los leprosos, los pobres, las viudas, los esclavos, los derrotados por la guerra, las prostitutas, los bastardos, y así sucesivamente. Actualmente la lista es bastante más larga, como estudiamos el domingo. Un tipo actual de excluidos que sufre mucho es el de los expatriados. Sólo por la causa de la guerra en Siria hay más de dos millones de fugitivos en países vecinos, pasándola mal. No podemos dejar de ofrecer a estas clases la propuesta de salvación en sus vidas.

·     ¿Cuáles son los tópicos relevantes?

Es más difícil trabajar con los excluidos, sin dudas. Se necesita más poder de lo alto y más coraje. Los problemas a resolver son mayores en número y las situaciones difíciles también. Se tiene que contar con el Espíritu Santo.

·     ¿Descubrió Ud. otros puntos a destacar?

b) ¿Qué cosas importante podemos aprender de este estudio?

Los excluidos son mal vistos por la sociedad. Son rechazados y las oportunidades que se les dan para salir de esa situación son escasas o no existen. Nosotros debemos llenar mínimamente esa laguna.

·     ¿Qué aspecto puedo destacar a partir de mi estudio?

c) ¿Qué cuidados debemos tomar a partir de este estudio?

Cada uno tiene su don. Aquellos que tienen el don de interactuar con los excluidos necesitan hacer su parte. Los demás deben apoyarlos para que consigan éxito en esa difícil tarea. ADRA es un buen camino en ese sentido.

·     ¿Qué me propongo reforzar, si fuese bueno, o cambiar, si fuese malo, en mi vida?

d) Comentario de Ellen G. White

“El conocimiento de Dios tal como fue revelado en Cristo es el que deben tener todos los salvados. Es el conocimiento que transforma el carácter. Una vez recibido, este conocimiento renovará el alma a la imagen de Dios. Comunicará a todo el ser un poder espiritual divino…” (Reflejemos a Jesús, pg. 25). ¡Tal vez los excluidos necesitan del verdadero conocimiento y de la verdadera fe para salir de su situación!

e) Conclusión General

Las circunstancias y la sociedad excluyen ciertas clases de la oportunidad de vivir con dignidad. Nosotros debemos incluir a esas personas en el Reino de Dios y proporcionarles esa oportunidad de una vida más digna aquí en la Tierra.

¿Cuál es el punto más relevante al que llegué con este estudio?

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Estudiado y escrito entre el 01 y el 09/01/2014

Revisado el 10/01/2014

Corregido por Jair Bezerra

Traducido por Ronald A. Aguilar / ronald.sap@gmail.com

Radio Adventista
1 comment… add one
  • Muchas gracias por el aporte de toda la informacion recopilada para estos estudios,es de mucha ayuda para la expancion en cuanto el estudio de la escuela sabatica,que DIOS les continue bendiciendo con tan hermoso ministerio, su hermano en cristo Luis Quintero.

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