Leccion 8 Edicion Adultos: “Pedro y la Roca” Para el 21 de mayo de 2016

Segundo trimestre (abril-junio) de 2016

“Pedro y la Roca”

Lección 8: Para el 21 de mayo de 2016

 

Sábado 14 de mayo

Lee Para el Estudio de esta Semana: Gálatas 4:4; Hebreos 7:26; Mateo 16:13-20; Efesios 2:20; Mateo 16:21-27; 17:1-9.

Para Memorizar: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” (Mat. 16:15).

“Desde entonces, comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día” (Mat. 16:21).

El Nuevo Testamento es claro: Jesús tenía que morir. Al afrontar la sombra amenazante de la Cruz, Jesús oró: “Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré?

¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora” (Juan 12:27). Este era el plan divino, concebido en la mente de Dios, aun “desde antes del principio de los siglos” (Tito 1:2; ver también 2 Tim. 1:9).

Por eso Jesús no dijo, sencillamente, que sufriría muchas cosas, moriría y resucitaría al tercer día; dijo que era necesario que afrontara esas cosas. Dada la naturaleza de Dios, la santidad de la Ley y la realidad del libre albedrío, su muerte era la única manera en la que la humanidad podría salvarse de la penalidad de la transgresión.

Esta semana veremos más de la historia de Jesús, aunque nos concentraremos en Pedro y el modo en que respondió al ministerio de Jesús, mientras este marchaba hacia la muerte planeada desde “antes de la creación” (NVI).

 

Domingo 15 de mayo:

“Tú eres el Cristo”

Imagina lo que debió de haber significado para Pedro (había estado con Jesús casi desde el principio) presenciar un evento increíble tras otro: curaciones, expulsión de demonios, alimentación de multitudes, enseñanzas sorprendentes, control sobre la naturaleza, resurrección de muertos y el caminar junto con él sobre el agua. ¿Qué preguntas (como “¿Por qué permitió Jesús que Juan el Bautista tuviera un fin tan deshonroso?”) habrán estado en la mente de Pedro cuando veía cosas que nadie había visto jamás? Después de todo, Jesús era Dios en carne humana, y vivió y ministró a la humanidad en la carne (Gál. 4:4; Heb. 7:26; Isa. 9:6; Luc. 2:10, 11). Por eso, sus discípulos habrán tenido muchas experiencias singulares.

Lee Mateo 16:13 al 17. ¿Qué les preguntó Jesús a sus discípulos? ¿Qué significa que Pedro fuera, según el registro, el único que le respondió? ¿Por qué su respuesta es tan vital?

La declaración de Pedro acerca de Jesús como “el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (vers. 16) es uno de los puntos más significativos en todas las Escrituras. Pedro lo llamó “el Cristo”, “el Ungido”, y con esta confesión estaba diciendo (correctamente) que Jesús era el Mesías, el que había venido en cumplimiento de las promesas del pacto hecho a Abraham; y luego, a Israel (ver Gál. 3:16).

Además, Pedro proclamó a Jesús como el Cristo en la región de Cesarea de Filipo. Esta era una región gentil. En días anteriores, Pedro había visto a Jesús ocuparse no solo de los judíos, sino también de los gentiles. Con la ayuda del Espíritu Santo, Pedro reconoció que Jesús era alguien mucho mayor que un profeta, como otros sugerían. Su ministerio se extendía mucho más allá que el de Juan el Bautista, de Elías o de Jeremías. En realidad, abarcaba a toda la humanidad; por eso, Jesús se llamó a sí mismo “Hijo del Hombre”, mostrando su identificación personal con todos los seres humanos. Pedro todavía tenía mucho que aprender acerca de Jesús, y de la plenitud y universalidad de lo que había venido a hacer.

¿Qué ha hecho Jesús en tu vida que podrías usar para testificar a otros? ¿Por qué siempre es bueno mantener estas cosas ante ti y compartirlas?

 

Lunes 16 de mayo:

“Sobre esta roca”

Inmediatamente después de que Pedro hizo la valiente confesión de fe en Jesús como “el Cristo, el Hijo del Dios viviente”, Jesús dijo algo en respuesta a Pedro.

Lee Mateo 16:17 al 20. ¿Qué le dijo Jesús a Pedro, y de qué modo debemos comprender lo que eso significaba?

La frase “sobre esta roca” ha sido controversial en la iglesia cristiana. Los católicos interpretan la “roca” como Pedro mismo, alegando que Pedro fue el primer Papa. Sin embargo, los protestantes, con buena razón, rechazan esta interpretación.

El peso bíblico de la evidencia se inclina claramente en favor de la idea de que la Roca es Cristo mismo, y no Pedro.

Primero de todo, en unos pocos lugares, Pedro se refiere a Jesús, y no a sí mismo, con imágenes de rocas (ver Hech. 4:8-12; 1 Ped. 2:4-8).

Segundo, en toda la Biblia se encuentra la imagen de Dios y de Cristo como una roca; en contraste, a los humanos se los describe como débiles y no confiables. “Porque él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo” (Sal. 103:14). “No confiéis en los príncipes, ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación” (Sal. 146:3). Como también escribió Juan acerca de Jesús: “Y [Jesús] no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre” (Juan 2:25). Y él sabía, también, lo que había en Pedro (Mat. 26:34).

En contraste, ¿qué nos indican estos textos acerca de quién es realmente la Roca y sobre quién está edificada la iglesia? (1 Cor. 10:4; Mat. 7:24, 25; Efe. 2:20).

“Cuán débil parecía la iglesia cuando Cristo pronunció estas palabras. Se componía apenas de un puñado de creyentes contra quienes se dirigía todo el poder de los demonios y de los hombres malos; sin embargo, los discípulos de Cristo no debían temer. Edificados sobre la Roca de su fortaleza, no podían ser derribados” (DTG 381).

¿Cuál ha sido tu propia experiencia con respecto a la falibilidad y debilidad de los seres humanos? ¿De qué manera puedes usar estas experiencias para ayudarte a depender solamente de la Roca?

 

Martes 17 de mayo:

Pedro como Satanás

Lee Mateo 16:21 al 23. ¿Por qué Jesús se puso duro con Pedro tan repentinamente?

El problema de Pedro no era que estaba tratando de proteger a Jesús, sino que estaba tratando de manejar a Jesús. Ya no estaba siguiendo a Jesús, sino que le estaba diciendo a Jesús que lo siguiera a él.

Jesús dijo: “¡Quítate de delante de mí, Satanás!” (vers. 23), porque, como Satanás mismo en el desierto, Pedro había llegado a ser una amenaza para la misión de Cristo.

Marcos 8:33 nota que, durante este intercambio de palabras, Jesús se volvió y miró a sus discípulos. Él había venido para salvarlos. No sería tentado a hacer otra cosa y, ciertamente, no por uno de sus propios discípulos, sin importar cuán bien intencionado ese discípulo pensara que era.

Aunque Simón Pedro había crecido en su andar, todavía estaba tratando de controlar las cosas, incluyendo a Jesús mismo. En este sentido, Pedro no era tan diferente de otro discípulo, Judas, que trataba de manejar a Jesús y de ejecutar sus propios planes según lo que él pensaba que el Mesías debía ser. Pero, a diferencia de Judas, Pedro se arrepintió profundamente, y estuvo dispuesto a ser disciplinado y perdonado.

Lee Mateo 16:24 al 27. ¿Qué quiso decir Jesús cuando afirmó: “Todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará” (vers. 25)?

Vivimos en una cultura que nos dice que sigamos nuestros sueños, que sacrifiquemos todo por lo que queremos. Sin embargo, Jesús nos dice lo opuesto; nos invita a renunciar a nuestros sueños y a confiarlos a él. Pedro y los discípulos estaban aprendiendo gradualmente lo que es la verdadera fe. La verdadera fe no es la experiencia entusiasta de perseguir lo que más quieres; cuando dejas ir tus sueños, estás “perdiendo tu vida”. Y, al mismo tiempo, la estás encontrando.

¿Cuáles son algunas cosas que tuviste que perder a fin de seguir a Jesús? Tal vez en ese momento parecieron muy importantes, pero, mirando hacia atrás, ¿cómo las ves ahora?

 

Miércoles 18 de mayo:

Un poco de ánimo del cielo

Lee Mateo 17:1 al 9. ¿Qué sucedió aquí, y por qué era muy importante tanto para Jesús mismo como para sus discípulos?

Jesús “había morado entre el amor y la comunión del cielo; pero en el mundo que había creado se hallaba en la soledad. Ahora el Cielo había enviado sus mensajeros a Jesús; no ángeles, sino hombres que habían soportado sufrimientos y tristezas, y podían simpatizar con el Salvador en la prueba de su vida terrenal. Moisés y Elías habían sido colaboradores de Cristo. Habían compartido su anhelo de salvar a los hombres […]. Estos hombres, escogidos antes que cualquier ángel que rodease el Trono, habían venido para conversar con Jesús acerca de las escenas de sus sufrimientos, y para consolarlo con la seguridad de la simpatía del cielo. La esperanza del mundo, la salvación de todo ser humano, fue el tema de su entrevista” (DTG 391).

Cuán fascinante es que Jesús, el Hijo de Dios, en su humanidad tuviera la necesidad de consuelo y ánimo de estos hombres, quienes tuvieron su propia cuota de sufrimiento y desánimo. Lucas registra que ellos hablaron con él acerca de “su partida, que iba Jesús a cumplir en Jerusalén” (Luc. 9:31). Nota la palabra cumplir [“llevar a cabo”, NVI], una evidencia más de que la muerte de Jesús era necesaria para la salvación de la humanidad. Con tanto en juego, no es extraño que el Cielo viera la necesidad y los enviara para dar ánimo.

Además, sumado a todo lo que ellos ya habían visto y oído, Pedro, Santiago y Juan tuvieron aún más razones para creer. La voz que salió de la nube ciertamente debió ser animadora para ellos luego de que vencieron su temor inicial. También, qué revelador es que Mateo diga que Jesús “se acercó y los tocó, y dijo: Levantaos, y no temáis” (Mat. 17:7). Aun en medio de todo lo que él estaba por afrontar, Jesús consuela y anima a sus discípulos.

No importa quién eres o cuán fuertes son tu fe y tu compromiso, en algún momento, todos necesitamos que nos animen. Esto también significa que alguien que conozcas puede tener necesidad de lo mismo. ¿A quién conoces a quien le puedes dar un poco de ánimo ahora mismo?

 

Jueves 19 de mayo:

Jesús y el impuesto del templo

Lee Mateo 17:24 al 27. ¿Qué sucede aquí, y qué nos dice esto acerca de Jesús?

Aunque se requería de todos los judíos que pagaran el impuesto del Templo, los sacerdotes, los levitas y los rabinos estaban exentos. Así, esta pregunta acerca de si Jesús había pagado el impuesto del Templo era también un desafío a su ministerio.

Elena de White escribe que Pedro perdió una oportunidad de testificar en esta ocasión acerca de la autoridad absoluta de Cristo. “Por su respuesta al cobrador, de que Jesús pagaría el tributo, sancionó virtualmente el falso concepto de él que estaban tratando de difundir los sacerdotes y los gobernantes […]. Si los sacerdotes y los levitas estaban exentos por su relación con el Templo, con cuánta más razón aquel para quien el Templo era la casa de su Padre” (DTG 400, 401).

Podemos aprender mucho de la respuesta de Jesús a Pedro. En lugar de humillarlo, Jesús suavemente le explica su error. Más aún, Jesús se adapta al camino que Pedro había tomado, de una manera muy creativa. En vez de, sencillamente, pagar el tributo –y con ello reconocer su obligación de hacerlo–, Jesús consiguió el dinero de otra parte: de la boca de un pez.

Este milagro es inusual; es la única vez que Jesús realiza un milagro aparentemente para su propio beneficio. Pero ese no era el propósito. En cambio, el milagro era una demostración, para todos, de la autoridad de Jesús no solo sobre el Templo, sino también sobre toda la creación. Desde un punto de vista humano, ¿podemos siquiera comenzar a comprender cómo pudo Jesús haber realizado este milagro? De todas las cosas que Pedro había visto, ¿puedes imaginarte lo que debió de haber pasado por su mente cuando arrojó la línea, capturó su primer pez y encontró la cantidad exacta que necesitaban para pagar el tributo del Templo? (Ver Isa. 40:13-17.)

Aunque no había necesidad de que Jesús y sus discípulos pagaran el tributo del Templo, Jesús hizo que lo pagaran de todas maneras, a fin de evitar una controversia innecesaria. ¿De qué forma podemos aprender a reducir situaciones agudas, especialmente sobre cosas que no son absolutas, a fin de evitar conflictos innecesarios?

 

Viernes 20 de mayo

Para Estudiar y Meditar:

La historia de cómo Pedro obtuvo el dinero –la cantidad exacta– del primer pez que pescó es tan extraordinaria que algunos eruditos han tratado de eliminarla. Es solo un “cuento popular”, una historia aguda, nada más. Pero esa es una solución totalmente inadecuada. Claro, en contraste con las otras clases de milagros –por ejemplo, sanar enfermos, dar vista a ciegos, resucitar muertos, alimentar a los hambrientos–, este es de una naturaleza diferente. En la Biblia, además, tenemos una hacha que flota (2 Rey. 6:2-7); y un vellón mojado en suelo seco, y seco en suelo húmedo (Juec. 6:36-40). Por eso, no es de una naturaleza desconocida en la Escritura.

¿Por qué Jesús no le dio directamente el dinero a Pedro para pagar el tributo, en vez de hacer algo sorprendente a fin de resolver un problema pequeño? El texto no lo dice. Sin embargo, esto nos muestra el increíble poder de Dios, que no debe sorprendernos ya que vemos evidencias de lo increíble que es todo el tiempo. Nuestra existencia, aunque mucho más pequeña que el cosmos visible, es una manifestación asombrosa del poder de nuestro Dios. Si Dios pudo crear el cosmos, una moneda específica en la boca de un pez específico no era nada. Aunque escrito en un contexto diferente, Pablo lo presenta así: “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!” (Rom. 11:33). El informe de Mateo es apenas una manifestación más de esta verdad.

Preguntas para Dialogar:

  1. La lucha de Pedro de someter su voluntad a Dios es también nuestra lucha. Una metáfora poderosa de esta lucha aparece en Malaquías 1, donde Dios pide a los judíos que traigan sus mejores animales para los sacrificios. “Trajisteis lo hurtado, o cojo, o enfermo, y presentasteis ofrenda. ¿Aceptaré yo eso de vuestra mano? dice Jehová” (Mal. 1:13). ¿Por qué le interesaría a Dios qué clase de sacrificio le llevamos? Porque él quiere que le entreguemos lo que más deseamos mantener. ¿A qué cosas te aferras más? ¿Cómo puedes soltar estas cosas y entregarlas al Señor?
  2. Piensa en la manera en que Jesús resolvió el problema del tributo del Templo. En lugar de empeorar la situación, él la enfrentó con calma. ¿Qué nos enseña esto acerca de los conflictos diarios en que podamos encontrarnos? ¿Cómo sabes cuándo es tiempo de hablar, y cuándo es mejor guardar silencio?
escuela-sabatica-216-adultos
Radio Adventista
0 comments… add one

Leave a Comment

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.