Lección 7 Edición Adultos. “Jesús deseaba su bien” Para el Sábado 13 de Agosto 2016

Tercer trimestre (julio-septiembre) de 2016

“Jesús deseaba su bien”

Lección 7: Para el 13 de agosto de 2016

 

Sábado 6 de agosto

Lee Para el Estudio de esta Semana: Jonás 3:4-4:6; Lucas 19:38-42; Mateo 5:43-47; 1 Corintios 13; Marcos 8:22-25; Filipenses 2:3-5; Santiago 2:14-17.

Para Memorizar: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!” (Mat. 23:37).

Los sábados, muchos jóvenes pasan con sus patinetas (skates) frente a la puerta de una iglesia adventista.

¿Por qué? Porque esta iglesia se reúne en un centro juvenil comunitario justo al lado de un parque para patinadores. Y si crees que éstos son molestos, piensa otra vez.

El gobierno de la ciudad, procurando frenar la criminalidad juvenil, construyó un lugar para que los jóvenes usaran sus patinetas. Cuando el centro juvenil estuvo terminado, los líderes pidieron que una iglesia se congregara allí. Ellos querían que una iglesia ejerciera su influencia moral positiva sobre los jóvenes. Invitaron a varias denominaciones cristianas, pero solo aceptó la iglesia que se reunía los sábados de mañana.

Los miembros de esta congregación adventista estaban entusiasmados, pues estos jóvenes eran parte del grupo que deseaban alcanzar.

Esta iglesia define “iglesia” como una comunidad que no existe para sí misma. Esta debería ser también la definición de todas nuestras congregaciones.

 

Domingo 7 de agosto:

Jonás en Nínive

Lee Jonás 3:4 a 4:6. ¿Qué problema serio de actitud tenía este profeta?

En Jonás 4, el profeta se sienta al este de la gran ciudad de Nínive. Ya había entregado su mensaje de condenación que Dios le había confiado. Reflexiona sobre su viaje, su renuencia a ir a Nínive, sus tácticas de escapismo, la insistencia de Dios en conseguir que Jonás volviera a su misión, el episodio de los tres días en el pez y el largo viaje hacia el interior del país desde la costa. Y ¿para qué? ¿Para que Dios se volviera y mostrara su gracia a ese pueblo despreciable? El pueblo se arrepintió, pero Jonás se sentía traicionado. Se sentía deshonrado y usado. Su esperanza había sido que la destrucción de esta ciudad pagana de 120.000 habitantes mostrara la preferencia de Dios por su pueblo escogido y vindicara el odio de Jonás hacia los ninivitas.

Lee Lucas 19:38 al 42. ¿Qué sucede aquí, y cuál es la actitud de Jesús hacia la ciudad de Jerusalén?

Ochocientos años después de Jonás, Jesús cabalga sobre un asno por sobre la cresta de una colina desde donde ve a Jerusalén. Se oyen gritos de alabanza al “Rey que viene en el nombre del Señor”, junto con ecos de esperanza que declaran “paz en el cielo, y gloria en las alturas” (Luc. 19:38). En medio de esta entrada triunfal, Jesús, al acercarse a la ciudad, se detiene y llora, diciendo: “¡Cómo quisiera que hoy supieras lo que te puede traer paz!” (vers. 42, NVI).

Nota el contraste. Jonás en forma renuente obedeció el mandato de Dios, muy poco preocupado por el bien de los habitantes de Nínive. Jesús se acerca a Jerusalén con una carga en el corazón: que ellos pudieran tener la salvación que él ofrece, y a tan alto precio.

Dos ciudades: Nínive y Jerusalén. Dos mensajeros: Jonás y Jesús. La diferencia es obvia. Jesús ejemplifica la actitud abnegada, preocupada, que desea el bien de la gente. Dios quiera que, por su gracia, nosotros revelemos la misma actitud de Jesús hacia los perdidos.

¿De qué modo el egoísmo podría fomentar la actitud que hace que una persona pierda interés en la salvación de otros?

 

Lunes 8 de agosto:

El principio de “de todas formas”

Un leproso se acerca a Jesús y ruega ser sanado. La costumbre dice que este hombre debería estar aislado. Jesús, el Limpio, lo toca y, de todas formas, lo sana. Pedro niega a Jesús tres veces durante su juicio (Juan 18). Después de la resurrección, habiendo escudriñado el corazón de Pedro, Jesús lo restaura a su servicio de todas formas (Juan 21). La iglesia de Dios en Corinto no aprecia la autoridad y la influencia de Pablo. De todas modas, Pablo los sirve (2 Cor. 12:14, 15).

Este principio “de todos modos” o “a pesar de” es esencial para revelar el carácter de Aquel que desea su bien.

“Millones y millones de almas humanas a punto de perecer, ligadas en cadenas de ignorancia y pecado, no han oído ni siquiera hablar del amor de Cristo por ellas. Si nuestra condición y la suya fuesen invertidas, ¿qué desearíamos que ellas hiciesen por nosotros? Todo esto, en cuanto está a nuestro alcance hacerlo, tenemos la más solemne obligación de hacerlo por ellas. La regla de vida de Cristo, por la cual cada uno de nosotros habrá de subsistir o caer en el juicio, es: ‘Todas las cosas que quisieras que los hombres hiciesen con vosotros, así también haced vosotros con ellos’ ” (DTG 595).

Esta “regla de oro” es básica para un ministerio que piensa primero en lo que es bueno para aquellos que estamos sirviendo, en vez de lo que nos beneficia a nosotros.

Lee Mateo 5:43 al 47; y Lucas 6:27 y 35, y 23:34. ¿Qué nos reveló Jesús con respecto a nuestra actitud hacia cierta clase de personas?

Jesús nos llama a mostrar amor y a ser bondadosos con las personas “a pesar del” hecho de que ellos te odian o son tus enemigos. Nota también que Jesús vincula estos actos y actitudes con el carácter mismo de Dios. “Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo, porque él es benigno para con los ingratos y malos” (Luc. 9:35).

¿De qué manera debemos entender la idea de que Dios es “benigno para con los ingratos y malos”? (Por ejemplo, ¿en qué sentido esto responde a la pregunta: “¿Por qué a veces los impíos prosperan?”) ¿De qué modo Romanos 2:4 entra también en este cuadro?

 

Martes 9 de agosto:

El amor nunca deja de ser

De acuerdo con Jesús, los dos grandes mandamientos son amar a Dios y amar al prójimo (Luc. 10:27, 28). Cristo también mostró quiénes son nuestros prójimos (Luc. 10:29-37). Además, no hay dudas de que la vida de Jesús, del comienzo al fin, fue una expresión del puro amor de Dios quien, en sí mismo, es amor (1 Juan 4:16). Por lo tanto, a fin de reflejar el carácter de Dios y revelar a otros la realidad de quién y cómo es Dios, tenemos que amar.

Mirando esto desde otro ángulo, vemos que una de las mayores “excusas” que la gente ha usado para rechazar a Jesús, y el cristianismo como un todo, ha sido por los mismos cristianos profesos.

¿Cuáles son algunos ejemplos que puedes encontrar en la historia, o incluso hoy, del modo en que los “cristianos”, o quienes se llaman “cristianos” a sí mismos, han hecho cosas terribles, a veces aun en el nombre de Jesús? La Biblia nos advierte de esto (ver Dan. 7:24, 25; Rom. 2:24).

No es extraño que muchas personas, a lo largo de los siglos e incluso hoy, se hayan apartado del cristianismo como un todo. Por eso, el imperativo de revelar a Cristo a otros por medio de nuestras propias vidas debería ser más fuerte que nunca. Y nada puede hacer que esto sea más poderoso que la clase de amor expresado por Jesús mismo se exprese también en nuestras propias vidas.

Lee 1 Corintios 13. En amor, según Pablo, ¿qué es y qué no es? ¿Qué hace y qué no hace? En pocas palabras, ¿de qué forma debe expresarse el amor en nuestras vidas como cristianos y de qué manera, con el amor, debemos ser testigos a nuestra comunidad? Más importante todavía, ¿qué cambios necesitamos hacer para revelar esta clase de amor?

 

Miércoles 10 de agosto:

El segundo toque

Lee Marcos 8:22 al 25. ¿Qué lección espiritual obtenemos del hecho de que el primer toque de Jesús no sanó completamente al ciego?

Después que Jesús “escupió” en los ojos del hombre, lo tocó y le preguntó: “¿Puedes ver ahora?” (Mar. 8:23, NVI). ¿Por qué “escupió” Jesús en sus ojos? La literatura antigua indica que los médicos usaban saliva. Este milagro se parece en algo a la curación del hombre sordomudo en Decápolis (Mar. 7:31-37). Sin embargo, a diferencia de todos los otros milagros de curación registrados, la curación del ciego se realizó en dos pasos.

Lee Marcos 8:23 y 24. ¿Cómo entiendes la respuesta del hombre a la pregunta: “¿Puedes ver ahora?”

“Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan” (Mar. 8:24). Es decir, podía distinguirlos de los árboles solo por su movimiento. En un sentido espiritual, ¿de qué forma podemos aplicar esto a nuestras vidas? Podría ser que después de que Jesús nos da visión espiritual, no estamos totalmente restaurados. Podríamos ver a la gente como “árboles”, como objetos. Esto significa que estamos ciegos a ellos como personas con necesidades reales. Ellos son números que queremos que se unan a la iglesia, para aumentar nuestro grupo. Con esta actitud de servicio propio, pocas personas quedarán en la iglesia.

Lee Marcos 8:25. ¿Por qué Jesús deliberadamente sanó al hombre en dos pasos?

El contexto es que, justo antes de este milagro, Jesús estaba tratando otra clase de ceguera; sus discípulos no entendían el significado de la afirmación: “Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos, y de la levadura de Herodes” (Mar. 8:15). Ellos pensaron que era porque no tenían suficiente pan para el viaje en la barca. Jesús los llamó ciegos: “¿Teniendo ojos no veis?” (vers. 8:18).

No solamente las personas fuera de la iglesia necesitan el toque sanador de Jesús; dentro de la iglesia hay ceguera. Feligreses con visión parcial que ven a las personas como estadísticas no se interesarán en los recién nacidos en Cristo que salen por la puerta de atrás de la iglesia. Ellos necesitan el segundo toque de Jesús para que vean todo más claramente, y lleguen a amar a otros como los amó Jesús.

 

Jueves 11 de agosto:

La iglesia centrada en otros

“No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos… La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús” (Fil. 2:3-5, NVI). ¿De qué manera los principios expresados aquí deberían influir en nuestra vida y en el modo en que nos relacionamos no solo con los feligreses, sino con la comunidad?

Cuando estuvo en la tierra, Jesús no pensaba en sí mismo. Él trataba de hacer bien a otros. En su ministerio, él respondió las interrupciones, como cuando Jairo le pidió que fuera a su casa para sanar a su hija moribunda. En el camino fue interrumpido por una mujer que había tenido hemorragias por doce años. (Mar. 5:21-43).

La iglesia de Cristo es su corazón y sus manos sobre la tierra. Jesús amó a la gente, y una iglesia que realmente es de él hará lo mismo.

Las iglesias tienen agendas y metas, y eso es bueno. Un amor incondicional por los seres humanos a veces nos llevará a salir de esas agendas preconcebidas, especialmente si estas no expresan el amor de Dios a otros. Para muchas iglesias, los bautismos son importantes en la agenda, y cumplen con Mateo 28:19. Pero ¿cuál es la motivación de tu iglesia para los bautismos? ¿Que la iglesia se vea bien y consiga felicitaciones para su pastor? ¿O que la gente goce de la vida abundante que se encuentra al aceptar a Cristo (Juan 10:10) y aceptartodo lo que él ofrece?

Una iglesia tenía un comedor para pobres en una zona muy pobre de la ciudad. En determinado momento, pastor dijo: “Tenemos que cerrar este comedor, porque no surgen de él bautismos”. Otra congregación terminó de construir un templo nuevo. Estaban muy orgullosos de él. Cuando el pastor sugirió que invitaran a la comunidad a entrar a la iglesia para eventos tales como Escuela Cristiana de Vacaciones, o seminarios sobre salud, laprimera consideración fue el temor de que la alfombra nueva se ensuciara y se gastara. Contrasta estas dos iglesias con la que se reunía en el centro juvenil.

Lee otra vez los versículos para hoy. ¿Cuán bien reflejan tu propia actitud hacia otros? ¿De qué modo podemos aprender a experimentar la muerte al yo que es necesaria para revelar estas características en nuestras vidas?

 

Viernes 12 de agosto

Para Estudiar y Meditar:

Lee “Nuestro Ejemplo”, El ministerio de curación, pp. 11-18; “Una cosa te falta”, El Deseado de todas las gentes, pp. 477-481; y “Una vida sociable”, Meditaciones matinales 1953, pp. 192-194, 198-200, y 202-204.

“Para alcanzar a todas las clases, debemos buscar a los hombres donde están, pues raro será que ellos nos busquen. No solamente desde el púlpito se transmite la verdad divina al corazón de hombres y mujeres. Cristo despertaba el interés de la gente yendo entre ella como uno que deseaba su bien. Él los buscaba en donde estaban trabajando, y manifestaba sincero interés en sus negocios temporales” (MeM 192). Es muy cierto que hoy hay pocas personas que “nos busquen por su propia voluntad”. Así como Jesús descendió y nos alcanzó donde estábamos, debemos hacer lo mismo por otros, y esto no debería ser muy difícil. Afuera hay muchas personas con necesidades. En el mundo hay muchas personas heridas y quebrantadas, quienes anhelan que alguien las escuche, alguien con quien hablar, alguien que se preocupe por ellas. Y por supuesto, también deberíamos poder darles la ayuda física que necesitan. No seamos culpables de lo que advirtió Santiago: tener fe, pero no tener obras que la revelen. Él expresó esa advertencia, no en el contexto de la alimentación, la vestimenta o la conducta personal, sino en el contexto de ayudar a los necesitados. (Ver Sant. 2:14-17.) Cualquiera puede decir que tiene fe, pero es la manera en que atendemos al “prójimo” lo que muestra la verdadera medida de nuestra fe.

Preguntas para Dialogar:

  1. Lee Santiago 2:14 al 17. ¿De qué forma puedes ayudar a tu iglesia para que no sea culpable de lo que Santiago menciona aquí?
  2. Piensa en algunas personas de la Biblia que prestaron un servicio abnegado. Por ejemplo: “Había entonces en Jope una discípula llamada Tabita… Esta abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía” (Hech. 9:36). ¿Qué estás haciendo en la “Jope” de tu iglesia?
  3. Es fácil hacer cosas buenas cuando te alaban y felicitan y te ponen como ejemplo de “buenas obras”. Sin embargo, ¿qué sucede cuando haces para otros cosas que nadie conoce y que a nadie le interesan (fuera de la persona a quien ayudas)?
  4. Alguien le preguntó a un cristiano: “¿Cuál es el propósito de tu vida?” Él respondió: “Dar, y no pedir nada como recompensa”. ¿Cuán bien sintetiza esta respuesta la actitud que, como cristianos, deberíamos tener?
Adultos

 

Radio Adventista
1 comment… add one
  • necesito k se me envie todas las lecciones a este correo

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