Leccion 6 Edicion Maestros – Discipular a la gente comun – Sabado 8 de Febreron 2014

Leccion 6 Edicion Maestros – para el Sabado 8 de Febreron 2014

Discipular a la gente comun

 

escuela sabatica maestrosTexto clave:Marcos 1:16-18

16 Andando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores.
17 Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres.
18 Y dejando luego sus redes, le siguieron.

 

Enseña a tu clase a:

  • Saber y aceptar que todos somos importantes para Dios. Teóricamente, sus seguidores son ciegos a las distinciones de clase.
  • Sentir que, aun en nuestra condición de personas comunes, Dios ve algo valioso en cada uno de nosotros.
  • Hacer: vivir como hijos de Dios, en una sociedad que valora distinciones artificiales tales como la etnicidad, la nacionalidad, el nivel económico y la educación

Bosquejo de la lección:

      1. Saber: El discipulado no está definido por normas humanas.
        1. ¿Cuáles son algunas de las categorías que usamos para dividirnos en grupos y subgrupos? Enumera por lo menos cinco.
        2. ¿Cuáles son algunas características que Dios considera, cuando prepara

a un discípulo?

        1. ¿Qué características nos unen, como adventistas del séptimo día?
      1. Sentir: Dios quiere que sepamos que en su Reino todos tene­mos algo que ofrecer.
        1. Pensando en ti mismo, ¿con qué talentos distintivos contribuyes a la vida de tu congregación? ¿Y de tu comunidad?
        2. ¿Qué cualidades especiales aportan a la obra de Dios los miembros de tu congregación? Sé específico; nombra personas.
      2. Hacer: El discipulado es el laboratorio donde Dios hace ex­perimentos.
        1. ¿De qué modo reconocerá tu iglesia y tu comunidad los principios del Cielo en tu vida esta semana?
    1. En el Reino de Dios, ¿de qué forma ser “común” es una distinción de honor? ¿Qué personajes bíblicos, a primera vista, parecieron “comunes”?
  1. Resumen: La grandeza del cristianismo es que llenó el mundo con el tes­timonio de un pueblo que, mayoritariamente, no tenía instrucción formal ni sofisticación. Sin duda hay en esto un mensaje para nosotros. Aunque la edu­cación no es algo malo, la gente que conoce sus limitaciones y confía en que Dios la guiará puede lograr cosas extraordinarias para él.

    Ciclo de aprendizaje
    Texto destacado: Marcos 1:16-18
    Concepto clave para el crecimiento espiritual: El Reino de Dios es ciego a las categorías humanas, tales como ricos, pobres, ancianos, jóvenes, educados y no educados.

 1: ¡Motiva!

Solo para los maestros: Aunque esta lección tiene que ver con el hecho de que somos comunes e iguales en el pueblo que Cristo vino a salvar, no podemos evitar el categorizarnos mutuamente sobre la base de nuestras semejanzas y diferencias. Admítelo: cuando alguien entra en el salón, en algún momento nos hacemos dos preguntas: 1) ¿En qué somos iguales? 2) ¿En qué somos diferentes?

Para ser justos, el “discriminar” es algo que se nos ha enseñado desde la niñez. Es cómo entendemos que encajamos en el esquema de la sociedad, quiénes son nuestros amigos y de quiénes debemos temer.
Pero, el ministerio de Jesús tuvo que ver con mostrar que todos somos hijos de Dios en virtud de la Creación; algunos hemos aceptado la salvación, y otros todavía no. Ante la cruz, todos somos iguales: pecadores que necesitan de la gracia de Dios.

2: ¡Explora!

Solo para los maestros: Aunque podemos ser “comunes” u “ordi­narios”, de acuerdo con la definición que utiliza esta lección, eso no significa que seamos todos idénticos. En realidad, todos somos singulares. Y el hecho de que hemos sido llamados a ser discípulos de Cristo sugiere que él ve en nosotros algo que podemos usar para contribuir en forma específica a su Reino.

Comentario de la Biblia

I. Un hombre como nosotros
(Repasa, con tu clase, Luc. 2:21-40.)

El nacimiento de Jesús fue predicho por los ángeles, y celebrado tanto por los pastores como por los sabios que habían viajado desde una gran distancia. Sin embargo, cuando Jesús y sus padres se presentaron en el Templo de Je- rusalén para la circuncisión, no recibieron más atención que las otras docenas de personas que, sin duda, estuvieron allí ese día. Para todos los propósitos prácticos, él fue ordinario.

Su presencia en el Templo fue celebrada solo por Simeón, un hombre justo y devoto, y por la anciana profetisa Ana;. Eso solo ocurrió porque estaban allí esperando y deseando al Mesías.
Toda la niñez de Jesús se resume en las palabras: “Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él” (Luc. 2:40).
Considera: Durante la mayor parte de su vida, Jesús vivió en la oscuridad. No obstante, por lo que sabemos de su ministerio público, su vida privada difícilmente pudo ser “ordinaria”. En tu imaginación, ¿de qué forma crees que Jesús tuvo una vida “extraordinaria”? ¿Cómo piensas que se preparó para su ministerio público?

El milagro en Caná
(Repasa, con tu clase, Juan 2:1-11; Mat. 15:32-39.)

Jesús, cuyo nacimiento fue predicho siglos antes de que sucediera, y cuyo ministerio fue divinamente designado, eligió como su primer milagro público el transformar el agua en vino nuevo, en una fiesta de bodas en Caná. Aun cuando él estaba allí como invitado, Jesús asumió el rol de anfitrión. Dijo a los siervos que llenaran con agua seis tinajas de piedra (de la clase que normalmente contenía agua para lavar los pies). Cada tinaja tenía una capacidad de entre 75 y 113 litros (20 y 30 galones). Luego, de repente el agua se transformó en vino nuevo; es decir, un total de 453 a 567 litros (120 a 150 galones).
Claramente, allí actuó un poder que trascendía lo humano. (Sorprende que la Biblia no registre otros casamientos a los que Jesús y sus discípulos asistieran.) El punto es que Jesús fue a esta boda con la intención de que todos pudieran sentirse alegres. Y él sabía qué cosa hacía falta para que esa alegría ocurriera.
En realidad, Jesús protestó por la forma en que la gente lo comparaba con Juan el Bautista, al citar el proverbio: “Tocamos la flauta, y ustedes no bailaron; cantamos por los muertos, y ustedes no lloraron” (Mat. 11:17, NVI). En otras palabras, Jesús no podía satisfacer a sus críticos. Dándose cuenta de que lo criticarían sin importar lo que hiciera, él sencillamente vivió en armonía con sus principios.
Considera: Jesús se sentía cómodo en cualquier situación. Ricos y pobres, jóvenes y ancianos, todos se sentían cómodos en su presencia; tal vez, porque nunca pretendió ser alguien que no era. ¿Cuán diferente es nuestra experiencia?

¿Un sueño imposible?
(Repasa, con tu clase, Hech. 2:42-47.)

La iglesia cristiana primitiva fue notable por el hecho de que personas de todas las condiciones sociales, de todas las clases, adoraban juntas y tenían compañerismo mutuo.

Esa experiencia, sin embargo, parece que duró poco. Bastante pronto en la experiencia de los primeros cristianos, “se quejaron los judíos de habla griega contra los de habla aramea de que sus viudas eran desatendidas en la distribución diaria de los alimentos” (Hech. 6:1, NVI).
Esto generó un sistema de organización formal en la iglesia, para establecer líderes y seguidores. Se puede alegar que la organización es esencial para una operación fluida de cualquier entidad o corporación. No obstante, la organización conlleva responsabilidades y líneas de autoridad; antes de mucho, las personas ya no se ven unas iguales a las otras. Como declaran los cerdos en Animal Farm [Granja de animales], de George Orwell: todos son iguales pero “algunos […] somos más iguales que otros”.
La historia del cristianismo está repleta de ejemplos de personas que permi­tieron que “el poder se les subiera a la cabeza”. No obstante, Jesús fue claro: “El que quisiere hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor” (Mat. 20:26). En otras palabras, dirige mejor el que sirve mejor.
Considera: Por más que a los cristianos les gusta pensar que son inmunes a las categorizaciones artificiales que prevalecen en el mundo, la iglesia re­quiere que algunas personas usen sus dones de liderazgo, mientras otros son llamados a apoyarlas en sus responsabilidades directivas.
Preguntas para dialogar:

  1. ¿Qué dirigentes cristianos equilibraron bien su función de líder con ser un seguidor? ¿Cómo lo hicieron?
  2. ¿Es la organización un subproducto del pecado? En otras palabras, ¿habrá “directores”, “directores asociados” y “directores asistentes” en el cielo? Explica los fundamentos de tu respuesta.

3: ¡Aplica!

• Solo para los maestros: La palabra ordinario no nos suena muy bien. Pero, cuando se rompe nuestro vehículo, un mecánico común puede hacer milagros. Cuando la cañería de la casa se rompe, un plomero ordinario puede salvarnos. Del mismo modo, no hay nada de ordinario acerca de los miembros de la iglesia con quienes compartimos los bancos cada sábado.
Aplicación a la vida: De vez en cuando, es útil hacer un inventario de la gente que contribuye a dar vida a nuestra iglesia. No solo los predicadores, los solistas y los diáconos, sino también aquellos que dirigen la Escuela Sa­bática de los niños, que preparan los almuerzos de compañerismo (y limpian después el lugar), que se encargan de la calefacción en invierno y del aire acondicionado en verano, que cortan el césped, que arreglan las cañerías o que sacan la basura afuera.
A veces, cuando pensamos en “iglesia”, pensamos en “pastor” y “equipo pastoral”. Pero, así como el cuerpo humano está formado por muchas partes “ordinarias”, la iglesia de Cristo está compuesta por muchos miembros “or­dinarios”, quienes resulta que son esenciales para el éxito continuado de la iglesia en tu comunidad.

  1. ¿Qué personas que sirven a tu iglesia local extrañarías más si, de re­pente, dejaran de hacer su tarea? ¿De qué modo puedes mostrarles cuánto las aprecias?
  2. Una sonrisa y un apretón de manos hace mucho bien. ¿Cuándo fue la última vez que agradeciste a alguien por el servicio que proporciona a tu iglesia? Escribe una nota de agradecimiento a esa persona, contándole cuánto valoras su tarea.

4: ¡Crea!

• Solo para los maestros: Es realmente notable que tantas personas “ordinarias” contribuyan tanto al funcionamiento exitoso de la iglesia y de todos sus ministerios. ¿No debería hacerse algo para reconocer su labor?
Actividad: Como grupo, hagan planes para realizar algún gesto o actividad que muestre aprecio a las muchas personas “ordinarias” cuyos servicios, a menudo, la mayoría de los miembros pasan por alto. Abajo presentamos algu­nas opciones. Si ninguna sugerencia de estas resulta apropiada para ustedes, siéntanse libres de llevar a cabo sus propias ideas.

  1. Enviar una tarjeta de agradecimiento, firmada por todos los miembros de la clase, con una breve nota: “Te damos un abrazo por la forma en que haces            cada sábado”.
  2. Comprar una tarjeta de gratitud y dársela al tesorero, con una nota: “Queremos que sepa que su tarea es realmente importante entre nosotros”.
  3. Planifiquen un almuerzo para después del culto, dedicado a todos los que dirigen la Escuela Sabática de los niños. Además de agradecerles por su fiel servicio, entréguenles algún pequeño obsequio.
  4. Realicen un torbellino de ideas, para encontrar formas de apreciar a la gente “ordinaria”, no solo una o dos veces por año, sino tan seguido como sea posible. Después de todo, podemos ser ordinarios, pero todos somos singulares.
Radio Adventista
1 comment… add one
  • Esta leccion es muy excelente y contiene un gran mensaje asia la humanidad y como debemos visualizar los pasos que tomo Jesus y sin duda tener a Pedro como un gran ejemplo de que el ser humano puede lograr vivir una vida transformada para la Gloria, Honra y la Voluntad de Dios.

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