Lección 4 Edicion Maestros: “Discipular a los niños” Para el 25 de enero de 2014

Edición para maestros. Primer trimestre (enero-marzo) de 2014

 “Discipular a los niños”

Lección 4: Para el 25 de enero de 2014

El sábado enseñaré…

Texto Clave: Mateo 21:16.

 

Enseña a tu clase a:

Saber que no necesita ser un padre para ministrar a los niños. Cada adulto es un tipo de mentor.

Sentir que no hay nada más valioso que identificar los talentos de los niños y animarlos a que los cultiven para servir a Cristo.

Hacer que sea su práctica interactuar de manera positiva con los niños en su iglesia, escuela o comunidad.

 

Bosquejo de la Lección

  1. Saber: Los niños son “paquetes” de potencial dado por Dios.
    1. Trata de recordar cuando eras un niño. ¿Cómo describirías tu relación con la iglesia?
    2. ¿Cómo te consideraban los adultos que te rodeaban: tus padres, tu pastor, tu maestro, etc.?
    3. ¿Qué te gustaría que aquellos adultos hubieran sabido acerca de tus sueños y aspiraciones como niño?
  2. Sentir: La tierna consideración de Jesús por los niños
    1. ¿De qué modo se corresponde la imagen que tienes de Jesús con tu actitud en el trato los niños?
    2. ¿Cómo te consideran los niños con los que te relacionas? ¿Qué saben acerca de Dios como resultado de su trato contigo?
  3. Hacer: Reflejar el amor de Jesús sobre sus discípulos más jóvenes
    1. ¿En qué aspectos será diferente tu vida esta semana, como resultado de ver a los niños como los ve Jesús?
    2. ¿Con niños de qué edades te sientes más cómodo para trabajar? ¿Por qué?

 

Resumen

Cuanto más temprano podamos adiestrar discípulos para Cristo, tanto mejor. Pero, algunas veces, en lugar de cultivar su talento y entusiasmo cuando son jóvenes, les decimos: “Vuelve cuando seas mayor”. Y esto es un error.

 

CICLO DE APRENDIZAJE

Texto destacado: Mateo 21:16.

Concepto clave para el crecimiento espiritual: El corazón de Jesús siempre se emocionaba con quienes eran vulnerables y estaban en riesgo. Esto explica su pasión por abrazar a los niños.

 

PASO 1: ¡Motiva!

Solo para los maestros: La mayoría de nosotros podemos recordar cuando, en la mayoría de las sociedades, se repetía el refrán “Los niños deben verse, pero no oírse”. Ahora, la mayor parte de la gente en nuestras iglesias posee el conocimiento suficiente como para saber que Dios tiene una alta consideración por los niños. Pero, aunque reconozcan que los ministerios de los niños son un componente importante en cualquier congregación saludable, pueden actuar como si los ministerios infantiles son “la responsabilidad de otros”.

La lección de esta semana es un recordatorio de que todos somos responsables por ayudar a los niños a tornarse discípulos.

Actividad/diálogo inicial: Pide a los miembros de tu clase que crecieron en la iglesia que recuerden sus experiencias. ¿Quiénes eran sus maestros de escuela sabática? ¿Qué cantos cantaban? ¿Qué recuerdan acerca de su pastor? ¿Sentían que la iglesia era un lugar agradable, o se sentían “invisibles”?

¿Qué sucede con aquellos que no tuvieron el beneficio de un trasfondo cristiano? ¿Qué creen que se perdieron? Si no recibieron influencias cristianas cuando eran niños, ¿cómo llegaron a saber de Cristo?

Los que crecimos en la iglesia, sin embargo, siempre recordaremos las líneas: “Mi pequeñita luz/ la dejaré brillar/ mi pequeñita luz,/ la dejaré brillar,/ brillará, brillará, brillará”. (¿O qué diremos de: “Yo temprano busco a Cristo,/ cada día aprendo de él;/ por la senda angosta sigo/ sus pisadas, firme y fiel./ Cristo me ama…”? ¿Y cómo podremos olvidar: “Honra al hombre de valor,/ pronto a obedecer/ el mandato del Señor,/ tal cual lo fue Daniel./ A Daniel imita;/ dalo a conocer;/ muéstrate resuelto y firme,/ aunque solo estés”?)

La escuela adventista, los conquistadores, la sociedad de menores, la recolección anual: estos son recuerdos indelebles. ¿Dónde estaríamos sin ellos?

Analiza: ¿De qué manera nuestras experiencias más tempranas en la iglesia nos formaron para bien o para mal? ¿Qué podemos obtener de esos momentos, que puedan ayudarnos a formar discípulos de Cristo entre los niños de hoy?

 

PASO 2: ¡Explora!

Solo para los maestros: No todos somos padres, pero todos fuimos niños una vez. Y aunque los padres son los principales responsables por el desarrollo emocional, físico y espiritual de sus hijos, todavía hay mucho que nosotros, como parte del grupo de apoyo, podemos hacer para asegurarnos de que los niños en nuestras iglesias y comunidades estén expuestos al amor de Dios y a los principios cristianos.

Comentario de la Biblia

I. Sermón en los zapatos

(Repasa, con tu clase, Deut. 6:4-9.)

El grandioso mandato para los judíos de incontables generaciones se resume en este pasaje llamado Shemá, que significa el imperativo “¡Oíd!”

Israel recibió la orden no solo de recordar y observar todos los antiguos principios de su fe, sino también de enseñar esos principios a sus hijos. Por supuesto, esa comunicación ocurría verbalmente, pero también debía darse con el ejemplo: “estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes” (Deut. 6:7).

Considera: La infancia es una época de descubrimientos. Los niños aprenden lo que es peligroso y lo que es seguro. Miran a sus padres y a otros adultos pidiendo información en la que puedan confiar. Esto no solo sucede en la escuela, en la iglesia u en otras ocasiones de instrucción formal. También ocurre en meriendas en un parque, en caminatas, andando en auto, en eventos deportivos, etc. Si eres un adulto y está presente un niño, tú eres un mentor. Serás probado. Los niños decidirán que pueden confiar en Dios si encuentran que pueden confiar en ti. ¿Qué modelos en tu niñez y juventud te convencieron de que podías confiar en Dios? ¿A qué niños o jóvenes pudiste ayudar a decidirse por Cristo y su Reino? ¿Cómo lo hiciste?

II. El don de la vida

(Repasa, con tu clase, Mat. 9:18-26; Mar. 7:24-30; Luc. 9:37-43, Juan 4:46-54.)
No hay nada más definitivo que la muerte, y nada más trágico que el hecho de que un niño muera antes de crecer y desarrollar su personalidad, sus talentos y su potencial. Eso hace que estos milagros sean tan importantes. Jesús no solo estaba restaurando a un miembro de la familia; también estaba restaurando todas las esperanzas y sueños que los padres tenían para sus hijos.

Más allá de esto, Jesús les daba a estos niños un don que recordarían por el resto de su vida: la oportunidad de saber que habían sido salvados con el propósito de crecer para honrar a Dios y usar sus talentos para su gloria.

Considera: Cualquiera que haya tenido contacto con niños sabe que, debajo de ese exterior inocente, reside un potencial inimaginable. Claro, ahora son tímidos y bruscos, pero dentro de quince o veinte años estarán en una universidad o seminario, o controlando algún avión supersónico, o desarrollando sitios en Internet, o sentados a la mesa de noticias de una cadena de televisión. ¿De qué modo muestra tu congregación su elevada consideración por sus niños y jóvenes? ¿Es suficiente lo que hacen? Explica tu idea. ¿Qué relatos de éxitos puedes contar de niños y jóvenes que asistieron a tu escuela de iglesia o a tu escuela sabática?

III. El menor de ellos

(Repasa, con tu clase, Mat. 18:1-7.)

Una de las razones por las que Jesús defendió a los niños es que, a menudo, no tienen quien los defienda. Por supuesto, tienen padres, abuelos, maestros y mentores; sin embargo, frecuentemente escuchamos (demasiado tarde) de alguno que se descarrió y formó hábitos peligrosos.

Algunas veces pareciera que el diablo apuntara sus armas más poderosas contra nuestros niños y jóvenes. ¿Hay alguna forma de fortalecerlos contra estas tentaciones mundanas?

Preguntas para dialogar:

  1. Cuando eras niño, ¿quiénes fueron los mentores que te mantuvieron en la “senda recta y angosta”? ¿Cómo lo hicieron?
  2. ¿Con qué tentaciones luchaste cuando eras un niño? ¿De qué modo se comparan con las tentaciones que afrontan hoy los niños y jóvenes?
  3. Cuando piensas en las tentaciones que muchos de nuestros niños y jóvenes afrontan, ¿qué estrategias puede desarrollar tu iglesia para mitigar la fuerza de esas tentaciones?

 

PASO 3: ¡Aplica!

Solo para los maestros: Es fácil hablar en abstracto acerca de discipular a los niños; ¿quién discutiría eso? Pero, llevar a los miembros de tu clase a comprender cómo actuar es la diferencia entre la teoría y la práctica.

Aplicación a la vida:

Todos sabemos por la Biblia y por experiencia personal que la niñez es el mejor momento para alcanzar a las personas con el evangelio y prepararlas para ser discípulos. Esa es la premisa de esta promesa bíblica: “Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará” (Prov. 22:6, NVI). Esta promesa no es solo para los padres: es para cada adulto que quiere mantener a los niños y jóvenes ocupados en la iglesia y conectados con Jesucristo.

  1. Haz una lista de entre cinco y diez malas influencias que los niños y jóvenes de hoy tienen que resistir.
  2. Haz una lista de entre cinco y diez maneras en las que la iglesia puede contrarrestar esas influencias mundanas. ¿Qué está haciendo tu congregación para asegurar esto, si es que está haciendo algo?

 

PASO 4: ¡Crea!

Solo para los maestros: De tanto en tanto, los grupos de la Escuela Sabática han encontrado útil adoptar algún tipo de proyecto de extensión o apoyo como manera de enfocar una actividad que los miembros puedan hacer. ¿Qué ministerio específico a favor de los niños de tu iglesia estaría tu clase dispuesta a intentar?

Actividad:

Realiza un torbellino de ideas para logar una lista de treinta ideas que tu clase de Escuela Sabática estaría dispuesta a aplicar para beneficiar a los niños en tu iglesia o ser sus mentores. Escribe las ideas en una hoja de papel o pizarra, sin hacer comentarios. A menudo los buenos planes se generan a partir de ideas “malas” o “medio cocinadas”; por ello, anima a todos a participar. Y recuerda, estos deben ser proyectos, en los que la clase pueda participar en grupo. Algunas que tal vez aparezcan son:

  • Establecer un fondo para ayudar a que un estudiante de una familia carenciada pueda acceder a una educación adventista.
  • Llevar a los niños a cantar en la casa de alguna persona anciana. Luego, realizar alguna actividad que les guste a los niños.
  • Asociarse con una clase de Escuela Sabática de niños para proveer elementos adecuados para la Escuela Sabática en otra parte del mundo.
  • Llevar a los niños de una clase de Escuela Sabática de Primarios a una excursión.
  • Llevar a una clase de Juveniles a una caminata.
  • Repartir globos llenos con helio a los niños después del culto, una vez por mes.
  • Asistir a todos los programas que realice la escuela (sea de la iglesia o una escuela pública).

Sean espontáneos e imaginativos, y podrán darles a los niños de la iglesia algo que recordar.

Luego, si el Señor no vino en los próximos cuarenta años, y los niños de tu iglesia son adultos, los recordarán a ustedes como quienes los mantuvieron conectados a Cristo.

Radio Adventista
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