Jesús, El creador del cielo y la tierra – Leccion 1 primer trimestre 2013

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LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 1:1; Hebreos 11:3; Salmos 19:1-3; Juan 1:1-3; Colosenses 1:15, 16; Juan 2:7-11.

rojoPARA MEMORIZAR:
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Gén. 1:1).

SOLO ALGO MÁS GRANDE que la creación pudo haberla creado. Así, el único Ser más grande que el universo pudo haber creado el universo. Y ese Ser es el Dios que se revela en la Biblia, el Dios a quien adoramos y servimos porque, entre otras cosas, es nuestro Creador.
También aprendemos que este Dios –el que creó el universo, el que tejió las miles de millones de galaxias en la expansión del cosmos– es el mismo que vino a la tierra para vivir entre nosotros como un ser humano y, aún más asombroso, que cargó sobre sí mismo el castigo de nuestros pecados.
A veces oímos de cosas que son “demasiado buenas para ser ciertas”. ¿Qué podría ser mejor para nosotros, como seres pecadores en un mundo caído y lleno de dolor, que conocer la maravillosa verdad del amor de nuestro Creador, un amor tan grande que lo haría descender en la persona de Cristo y vincularse con cada uno de nosotros con lazos que nunca pueden quebrarse?
En respuesta a tan maravillosa verdad, ¿cómo hemos de vivir nuestras vidas?
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Domingo 30 de diciembre

EN EL PRINCIPIO

“En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Gén. 1:1).
Hay muchas verdades profundas en ese texto sencillo, y una de las más profundas es que el universo mismo tuvo un comienzo. Aunque esta idea no nos parezca hoy tan radical, va en contra de la creencia, sostenida por mucho tiempo, de una creación eternamente existente. Recién en el siglo XX, cuando apareció la teoría de origen del universo conocida como “Big Bang”, la idea de que este tuvo un origen llegó a ser generalmente aceptada. Hasta entonces, muchos creían que siempre había existido. Muchas personas se resistieron a creer que el universo fue creado porque implicaba algún tipo de Creador. (De hecho, el nombre “Big Bang” tenía la intención de ridiculizar el concepto de un universo creado.) Pero la evidencia de que el universo tuvo un comienzo ha llegado a ser tan fuerte que casi todos los hombres de ciencia la han aceptado, al menos por ahora (los conceptos científicos, aun los que se consideran casi sagrados, a menudo son refutados o finalmente deben ser cambiados).
Lee Hebreos 11:3. ¿Qué nos dice acerca de Dios y de la creación del universo?
Como Génesis 1:1, Hebreos 11:3 está lleno de cosas que no podemos explicar con nuestro conocimiento actual. Pero, el texto parece decir que el universo no fue formado de materia preexistente, sino que tanto la materia como la energía fueron traídas a la existencia por el poder de la Palabra de Dios.
La creación desde la nada se conoce como creación ex nihilo. A menudo damos el crédito a los humanos por la creación de diversas cosas; sin embargo, los humanos comos incapaces de crear algo de la nada. Podemos cambiar la forma de la materia ya existente, pero no tenemos poder para crear ex nihilo. Solo el poder sobrenatural de Dios puede hacer eso. Esa es una de las diferencias más dramáticas entre Dios y los humanos, y nos recuerda que dependemos totalmente del Creador.
Realmente, el verbo creados, en Génesis 1:1, proviene de una raíz hebrea que se usa solo con referencia a la actividad creativa de Dios. Únicamente Dios puede hacer esa clase de creación (ver también Rom. 4:17).
¿Por qué un Creador sobrenatural, que existe por sobre la creación y más allá de ella, es la única explicación lógica para la creación? Lleva tu respuesta el sábado a la clase.
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Lunes 31 de diciembre

LOS CIELOS DECLARAN

“Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz” (Sal. 19:1-3; ver también Rom. 1:19, 20).
¿Cómo has experimentado la verdad de este pasaje? ¿Cómo nos ayuda la ciencia moderna a apreciar aún más el poder y la sabiduría de Dios como Creador?
No cualquier clase de universo sería capaz de sostener la vida: el universo debe estar muy bien diseñado para que la vida pueda existir. Primero, los bloques de construcción de toda la materia –los átomos– deben ser lo suficientemente estables como para que se puedan crear objetos materiales estables. Esa estabilidad depende de las fuerzas que mantienen juntas sus partes. Los átomos contienen partículas cargadas que se atraen y se repelen mutuamente. Las fuerzas de atracción y repulsión deben estar bien equilibradas. Si las fuerzas de atracción son demasiado fuertes, solo se formarían átomos grandes y no habría hidrógeno. Sin el hidrógeno, no habría agua y, por lo tanto, no habría vida. Si las fuerzas repulsivas son demasiado fuertes, solo se formarían átomos pequeños, como el hidrógeno, y no habría carbono ni oxígeno. Sin oxígeno, no habría agua ni vida. El carbono también es esencial para todas las formas de la vida que conocemos.
Y los átomos no solo deben ser estables, también deben poder interactuar unos con otros para formar muchos compuestos químicos diferentes. Tiene que haber un equilibrio entre las fuerzas que mantienen unidas las moléculas y la energía requerida para romper la molécula, a fin de permitir las reacciones químicas de las que depende la vida.
Los científicos admiran la precisión de nuestro universo para generar y mantener la vida, y esto ha conducido a muchos a comentar que el universo parece planeado por un Ser inteligente.
El mundo debe estar sabiamente diseñado para que exista la vida. La temperatura debe ser compatible con la vida; la distancia del sol, la velocidad de rotación, la composición de la atmósfera, todo debe estar en un equilibrio adecuado. Realmente, la sabiduría de Dios se ve en lo que él ha creado.
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Martes 1º de enero

EL PODER DE SU PALABRA

Lee Jeremías 51:15, 16 y Salmos 33:6, 9. Además de sabiduría, ¿qué otro atributo de Dios se menciona en la creación? ¿Cómo se expresó este atributo? Y más importante aún, ¿cuáles son las implicaciones de esta verdad para nosotros?
Aunque no sabemos bien cómo creó Dios, se nos dice que fue por medio de su poderosa Palabra. Toda la energía del universo tuvo su origen en la palabra de Dios. Toda la energía en todos nuestros combustibles vino del poder de Dios. Toda la gravedad a través del universo, cada estrella que sigue su curso y cada agujero negro resultan del poder de Dios.
Tal vez la mayor cantidad de energía está dentro del átomo mismo. Estamos justificadamente impresionados por el poder de las armas nucleares, en las que una pequeña cantidad de materia se convierte en una gran cantidad de energía. Los científicos nos dicen que la materia contiene grandes cantidades de energía. Si una pequeña cantidad de materia puede producir la vasta energía de un arma nuclear, ¡considera la cantidad de energía almacenada en la materia que hay en el mundo entero! Pero eso no es nada cuando lo comparamos con la energía almacenada en la materia del universo. Imagínate qué poder usó Dios para traer el universo a la existencia.
Muchos científicos creen que lo que Dios puede crear está limitado por “las leyes de la naturaleza”, pero esta idea es contraria a la Biblia. Dios no está limitado por la ley natural; en cambio, Dios ha determinado las leyes naturales. El poder de Dios no siempre ha seguido los modelos que llamamos “leyes de la naturaleza”.
Por ejemplo, una de las “leyes naturales” fundamentales es la “Ley de la conservación de la materia y de la energía”. Esta ley afirma que la cantidad total de materia y energía en el universo se mantiene constante. Pero ¿cómo pudo el universo aparecer de la nada si esta ley es inviolable? La palabra creadora de Dios no está limitada por las “leyes” de la ciencia. Dios es soberano sobre toda su creación, y está libre para realizar su voluntad.
Medita en el tamaño del universo. Piensa en el increíble poder que es necesario para crearlo. ¡Y pensar que el Dios que maneja tanto poder nos ama, y aun murió por nosotros! ¿Cómo puedes obtener consuelo de esta gran verdad?
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Miércoles 2 de enero

JESÚS, EL CREADOR DEL CIELO Y DE LA TIERRA

Lee Juan 1:1-3, 14; Colosenses 1:15, 16; Hebreos 1:1, 2. ¿Cómo identifican al Creador los escritores del Nuevo Testamento? ¿Cuáles son las repercusiones de la respuesta?
Juan se refiere a Jesús como el Verbo (Lógos) y lo señala como equivalente a Dios. Más específicamente, Jesús es aquel por medio de quien todo fue creado. En los días de Juan, el término lógos se usaba corrientemente para representar el principio creador. Los lectores de Juan estarían familiarizados con el concepto de lógos como un principio creativo o aun como el Creador. Juan aplicó este concepto familiar a Jesús, identificándolo como el verdadero Creador. Jesús, el Lógos, el Encarnado que vivió entre nosotros, no solo estuvo presente en el principio, sino que fue quien creó el universo. Esto significa que podríamos leer Génesis 1:1 como: “En el principio, Jesús creó los cielos y la tierra”.
Las palabras de Pablo en Colosenses 1 resuenan con las de Juan en la identificación del Creador como Jesucristo. Por él, todas las cosas fueron creadas. Pablo añade dos otros atributos de Jesús. Primero, él es la imagen del Dios invisible. En nuestra condición pecaminosa, no podemos ver a Dios el Padre, pero podemos ver a Jesús. Si queremos saber cómo es el Padre, podemos estudiar la vida de Jesús (Juan 14:9). Segundo, Pablo llama a Jesús el “primogénito” de la creación (Col. 1:15). En este contexto, “primogénito” no se refiere al origen sino a la situación. El primogénito era el jefe de la familia y el heredero de la propiedad. Jesús era el “primogénito” en el sentido de que, como Creador y por medio de la Encarnación (el tomar sobre sí la humanidad), él es la legítima cabeza de la familia humana. Jesús no fue un ser creado; más bien, desde la eternidad fue uno con el Padre.
En Hebreos 1:1 y 2 se repiten los mismos puntos de Colosenses. Jesús es nombrado el heredero de todas las cosas y es el que creó el mundo. Además, es la representación exacta de la naturaleza del Padre; otra manera de decir que es la imagen de Dios.
Si alguien te preguntara “¿Cómo es tu Dios?”, ¿qué responderías?, ¿cómo justificarías tu respuesta?
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Jueves 3 de enero

EL CREADOR ENTRE NOSOTROS

Lee Juan 2:7 al 11; 6:8 al 13; y 9:1 al 34. ¿Qué revelan estos textos acerca del poder creador de Dios?
Cada uno de estos milagros nos da una vislumbre del poder de Dios sobre el mundo material que él mismo creó.
Primero, ¿qué clase de proceso se requeriría para cambiar el agua directamente en vino? No conocemos ninguno. Es decir, se requirió un acto fuera de las leyes naturales conocidas para hacer lo que Jesús hizo.
En el milagro de los panes y los peces, Jesús comenzó con cinco panes y dos pececillos, y terminó con suficiente como para alimentar una multitud y que sobraran doce canastas. Toda la comida estuvo hecha de átomos y moléculas. Al final, hubo muchos más átomos y moléculas de comida que cuando Jesús comenzó a alimentar a la multitud. ¿De dónde vinieron las adicionales, sino de la intervención sobrenatural de Dios?
Además, ¿qué cambios ocurrieron al ciego cuando fue sanado? Era ciego de nacimiento; por eso, su cerebro nunca había sido estimulado para formar imágenes de los mensajes enviados a través del nervio óptico. Así, su cerebro tenía que ser reprogramado para procesar la información entrante, formar imágenes, e interpretar su significado. Además, había algo mal en el ojo mismo. Tal vez algunas moléculas fotoreceptoras fueron formadas incorrectamente como resultado de una mutación en su ADN. Quizás, una mutación ocurrió en los genes que controlan el desarrollo de partes del ojo: la retina, el nervio óptico, el cristalino, etc. O tal vez, ocurrió algún daño mecánico que impidió que el ojo funcionara adecuadamente.
Cualesquiera fueran los detalles de la ceguera del hombre, las palabras de Jesús hicieron que se generaran moléculas en los lugares apropiados, receptores funcionales, conexiones neuronales y células cerebrales, de tal modo que la luz que entrara en el ojo formara una imagen, y el hombre tuviera la capacidad de reconocer imágenes que nunca antes había visto.
Los milagros son maravillosos cuando ocurren, pero ¿cuál es el peligro de hacer que nuestra fe dependa de ellos? Entonces, ¿de qué debe depender nuestra fe?
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Viernes 4 de enero

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: “La obra de la creación nunca puede ser explicada por la ciencia. ¿Qué ciencia puede explicar el misterio de la vida?
“La teoría de que Dios no creó la materia cuando sacó al mundo a la existencia, no tiene fundamento alguno. Al formar el mundo, Dios no se valió de materia preexistente. Por el contrario, todas las cosas, materiales y espirituales, comparecieron ante el Señor Jehová a la orden de su voz y fueron creadas para el propósito de él. Los cielos y todo su ejército y todas las cosas que contienen, son no solo la obra de sus manos, sino que llegaron a existir por el aliento de su boca” (TI 8:270).
“Nunca reveló Dios al hombre la manera precisa en que llevó a cabo la obra de la creación; la ciencia humana no puede escudriñar los secretos del Altísimo. Su poder creador es tan incomprensible como su propia existencia” (PP 105).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. En la clase, dialoguen sobre las respuestas que dieron a la pregunta final de la sección del domingo.
2. La ciencia habla de lo que llama “coincidencias antrópicas” (de la palabra griega, ánthropos, hombre): el delicadísimo equilibrio, finamente logrado, de las fuerzas en la naturaleza que hace posible que exista la vida humana. Nota, sin embargo, el prejuicio incorporado en la palabra coincidencias. Si uno no cree en Dios, tienes que atribuir estos maravillosos equilibrios a meras coincidencias. ¿Por qué la creencia de que estos equilibrios fueron el producto de un Dios creador es una explicación más razonable que sencillamente llamarlos “coincidencias”?
3. Considera el amor del Creador al formar a Adán y Eva, y proporcionarles un hogar en un hermoso jardín sabiendo que él mismo sufriría y moriría en el Calvario a manos de la raza que estaba creando. ¿Qué aprendemos acerca del amor de Dios al decidir que seguiría adelante con la creación, de todos modos?
4. ¿Cómo se compara la teoría del “Big Bang” con la afirmación de la creación en Génesis 1:1? ¿Podría ser el “Big Bang” una descripción de la manera en la que el universo llegó a existir por la Palabra de Dios? ¿Qué problemas ves en esta idea? ¿Por qué es peligroso vincular nuestra teología con cualquier teoría científica, especialmente cuando la ciencia cambia tan a menudo?

Radio Adventista
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