“¿Me has acaso vuestro enemigo, diciendo la verdad?” (Gálatas 4:16).
Pablo dijo la verdad en dos ocasiones: cuando por primera vez predicó y los enseñó sobre la salvación y después, en esa carta a los gálatas, cuando advirtió contra el evangelio anatema (maldito) de los judaizantes. Es fácil entender que Pablo se refería a la verdad que él habló de la segunda vez, pues, en la primera, los gálatas gustaron tanto que harían cualquier cosa por el bien de él. Y fue la segunda vez que usó palabras durísimas, llegando a clasificar a los gálatas como insensatos. Pero Pablo no quería con ello provocar el odio de ellos, eran palabras necesarias para llamar a aquel pueblo del lugar equivocado donde se detuvo para regresar al verdadero evangelio, que él y los demás apóstoles y otros maestros genuinos enseñaban.