En las condiciones en que vivimos en este mundo, fácilmente nos volvemos dependientes de los bienes y del dinero. Y siempre lo necesitamos para casi todo: para comprar alimento, para disfrutar de teléfono, internet, etc., para la educación, para toda suerte de necesidades, allí va el dinero. Este mundo no funciona más sin el dinero, y luego cuanto más se tenga, mejor. En el escenario del mundo, el dinero vino a sustituir la fe en DIOS. En realidad se convirtió en un dios, un ídolo, un factor de confiabilidad. Los muchos recursos que se dispone en el mundo, se consiguen con dinero.
Por otro lado, en el reino de Dios, donde existan sociedades con criaturas inteligentes, no hay dinero. No es necesario. En lugar de él, hay abundancia de bienes y de recursos de tal manera que son accesibles a todos. Por ejemplo, en el Edén, no había escasez de alimentos, siempre estaba disponible. En un ambiente así, el dinero y los negocios no tienen sentido, y no tienen lugar. Necesita una cierta escasez para que se venga a comprar y vender. El trabajo duro produce bienes escasos, que pueden venderse. Y en el Reino de DIOS, no se necesita proveer para el futuro pues nadie se enferma ni muere, y nunca va a faltar algo. La necesidad de negociar es una situación de nuestra Tierra, donde debemos afrontar una condición anómala, causada por el pecado.
