Como cristianos, debemos ser llenos del Espíritu Santo. Sin él, nuestro testimonio carecerá poder y nuestra vida cristiana no será más que una carga. Puede ser que tengamos conocimiento, talento y elocuencia, pero sin el Espíritu, no podemos experimentar la vida como Dios desea que lo hagamos. No tendremos la seguridad de la salvación y no conoceremos el gozo que viene de servir a nuestro Señor. Seremos cristianos de nombre únicamente, y un cristiano solo de nombre no es un verdadero cristiano.
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