La victoria de Jesús concede a cada esclavo de Satanás y del pecado, el derecho de hacer su elección entre el liderazgo opresor de Satanás y el liderazgo libertador de Dios. Jesús ilustró esta elección con la parábola de los dos constructores de casas. La construcción de la casa es la formación del carácter. Como la victoria de Jesús devolvió al ser humano el derecho de elegir, cada pecador tiene la libertad para decidir sobre la construcción de su carácter. Puede fundar su carácter sobre los conceptos del bien, fundamentado en los principios de la voluntad de Dios, construyendo su carácter sobre la Roca que es Cristo; o, en los conceptos del mal, continuando bajo el opresor liderazgo de Satanás.
El carácter construido sobre los conceptos de Cristo, permanece firme a los ataques de Satanás, porque la victoria de Cristo es la garantía de resistencia en el conflicto espiritual y de victoria con la certeza de la recompensa de vida eterna. Permanecer en los conceptos de engaño de la arena movediza del diablo es la certeza de la destrucción eterna.
